Activistas y las comunidades ‘unidos’ para preservar los ricos bosques ribereños en el ‘Pantanal de Brasil’

Activistas y las comunidades ‘unidos’ para preservar los ricos bosques ribereños en el ‘Pantanal de Brasil’

 

El Pantanal es el humedal de agua dulce más grande del mundo y comparte su extraordinaria riqueza de biodiversidad en tres países: Brasil, Bolivia y Paraguay. Situado en la cuenca alta del río Paraguay, cada año esta inmensa llanura se inunda.

Cuando lo hace llena los grandes depósitos de agua que están esparcidos por todo el territorio y que actúan como reguladores del clima y fuente de vida de la región. Este humedal alberga un bioma con características únicas del Planeta.

En el Pantanal convergen tres grandes ecosistemas: cerrado, bosque seco chiquitano y el chaco, que sustentan una de las más altas concentraciones de vida silvestre de América Latina. Mantener los servicios ecosistémicos del Pantanal es fundamental para los medios de vida de más de 350 mil habitantes de la región.

¿Porqué es vital proteger El Pantanal?

En el Pantanal brasileño, el humedal más grande del mundo, los bosques ribereños son verdaderos guardianes del equilibrio ecológico. Ubicado entre los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, la vegetación nativa y exuberante que crece a lo largo de las orillas de los ríos del Pantanal cumple funciones esenciales: ayuda a preservar las riberas, combate la erosión, regula la calidad del agua y brinda refugio a una vasta biodiversidad, incluidas especies endémicas y en peligro de extinción.

También es zona de refugio durante las inundaciones y se convierte en imprescindible para la alimentación de las especies animales y la supervivencia de diversas formas de vida en períodos de sequía. Wilson Malheiros, nacido y criado en la región de Serra do Amolar, a 200 kilómetros de la ciudad de Corumbá, desarrolló una profunda conexión con la naturaleza del Pantanal desde temprana edad.

Como habitante de las riberas de los ríos, se dio cuenta de que estas zonas son esenciales para mantener el equilibrio ecológico de la región. Especies como el tarumeiro, la higuera, los monos aulladores y el roncador habitan estos bosques.

Además, “los árboles evitan que el río se llene de sedimentos“, explica Malheiros, destacando el papel vital que desempeñan estos bosques a la hora de proteger a las riberas de los ríos de la erosión.

Para Malheiros, estos bosques son el verdadero corazón del Pantanal. Mantienen los ríos limpios y saludables. “Sin los árboles ribereños, la sedimentación sería mucho mayor y esto perjudicaría directamente la vida de los peces y otros animales que dependen del río”, afirma.

Pantanal: mucho más que un humedal

“Decimos Pantanal, pero es una mezcla de información. La ocupación y la dinámica ribereña se dieron de maneras diferentes a otras regiones, como la Amazonía”, explica Wener Hugo Arruda Moreno, biólogo del Instituto Homem Pantaneiro (IHP), fundado en 2002 para preservar el bioma del Pantanal y la cultura local. De hecho, el experto destaca que el Pantanal está compuesto por once subregiones.

En este ecosistema, el 33.3 % del territorio está formado por bosques que se encuentran en cadenas montañosas que rara vez se inundan. De esta cobertura vegetal, el 42 % está formada por formaciones de sabana y el 58 % por formaciones forestales que cuentan con árboles de mayor altura, según datos de Mapbiomas.

El territorio forestal del Pantanal se concentra en la región de la Serra do Amolar, donde se encuentra el Parque Nacional Pantanal Matogrossense y donde nació Wilson Malheiro.

Además, el Pantanal alberga a una de las faunas más ricas y diversas del planeta, con al menos 264 especies de peces, 652 de aves, 102 de mamíferos, 177 de reptiles y 40 de anfibios, según el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBio).

La fauna en este ecosistema está fuertemente influenciada por El Cerrado (sabana brasileña) y con aportes de la Amazonía. Uno de los aspectos más notables es la alta densidad de grandes vertebrados, una característica extraña que no se observa en ningún otro lugar del continente.

En este territorio complejo y excepcionalmente biodiverso, destaca también el trabajo de comunidades locales ribereñas que buscan preservarlo. “Se realizan limpiezas y adecuaciones para la ocupación del terreno, implementando sistemas que mitiguen el impacto ambiental”, afirma Moreno.

“Además, se complementa la vegetación con especies como mango, acerola y seriguelas, que son frutales utilizados tanto para la alimentación como con fines ornamentales”, agrega.

Esa relación entre las comunidades ribereñas y sus bosques se extiende también a la vida cotidiana. “Hay plantas nativas, como jatobá y acuri, que son aprovechadas por la población. Las comunidades están a sólo 5 o 10 metros del agua y esa cercanía facilita el cultivo”, explica Moreno.

El biólogo también destaca que la gente participa activamente en la dispersión de semillas nativas. “A menudo toman semillas de jatobá y las llevan a diferentes lugares del Pantanal, ayudando a regenerar la vegetación nativa”, dice.

“Imagínense la ribera del río, con una zona limpia, una casa construida y con barquitos al frente. Al fondo, yuca y árboles frutales o plantaciones. Las comunidades cuidan especialmente las plantas ornamentales, que a menudo aportan un gran valor estético y emocional”, añade Moreno.

“Pero la dinámica de ocupación en el Pantanal enfrenta desafíos, como el cambio climático y las actividades humanas que impactan directamente los ríos y la fauna”, agrega el experto.

Proteger el bosque de las amenazas

Con el objetivo de contribuir a la preservación del Pantanal y apoyar a las comunidades ribereñas, el IHP ha llevado a cabo varias acciones. Durante un periodo de grave sequía e incendios forestales, la organización hizo donaciones para ayudar a las comunidades que perdieron plantas esenciales.

Además de las donaciones, el IHP lleva a cabo acciones de restauración del paisaje. “Proporcionamos plántulas fructíferas a la comunidad. Muchas familias, muchas comunidades perdieron estas plantas [con las sequías y los incendios]”, recuerda Moreno. Esta interacción con la gente de la zona es esencial para la recuperación de la flora local y la promoción de la seguridad alimentaria.

Sin embargo, la degradación ambiental es un problema preocupante. “Nos enfrentamos a una sequía muy grave y la cantidad de agua en el Pantanal está disminuyendo. Esto afecta directamente a la vida de personas que dependen de la pesca y de la agricultura familiar de subsistencia, como las familias ribereñas”, explica Moreno.

De hecho,  existe una relación intrínseca entre el Pantanal y El Cerrado. Este último sirve como “tanque de agua” para la región. “El Cerrado, como decimos, es nuestro tanque de agua. De aquí proviene toda el agua que baja al Pantanal”, dice el experto. Por eso, es de gran importancia preservar los manantiales y la vegetación de esa zona para garantizar la salud del Pantanal.

Las actividades humanas, como los monocultivos, también afectan directamente a los manantiales y a la calidad del agua en este ecosistema, según el especialista del IHP. Con el objetivo de asegurar el agua, el IHP  busca convencer a los propietarios privados de terrenos que están cerca de ríos en el Planalto para que conserven.

“Llegamos, hablamos con el dueño y con todos los de la finca […] presentamos el proyecto, se muestra el beneficio de tener el agua de su granja funcionando limpia”, explica el biólogo del IHP. Esto es parte de una estrategia  adoptada a través del Programa Cabeceiras do Pantanal para la conservación de Áreas de Protección Permanente (APP).

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Moreno cree que es fundamental garantizar la protección de los ríos, a los que llama “corredores vivos”. Según el IHP hubo una disminución en la cantidad de agua en el Pantanal, como lo muestra MapBiomas, y esto se traducen en la reducción de las zonas húmedas. “Estamos ante una sequía muy grande que viene desde 2019, ya van seis años. Las lluvias no llegaron bien a principios del 2024 y la superficie seca en el Pantanal aumentó mucho”, informa Moreno.

Al mismo tiempo, los habitantes de las riberas, que dependen de la pesca y la agricultura, están sintiendo los efectos directos. “La calidad de vida termina viéndose afectada. Imagínese, hace 15 años usted llegaba a un lugar para pescar, alimentarse y vender lo que pescaba, pero ahora se queda aquí por una hora, dos horas o más, y necesita viajar en bote a lo largo del río mucho más lejos”, se lamenta el biólogo.

Los incendios lo destruyen todo

“Si no defendemos la riqueza que tenemos aquí, ¿qué será de nuestros hijos y nietos?”, se pregunta Malheiros. El ribereño recuerda con dolor el impacto de los incendios que, en los últimos años, han destruido vastas áreas del Pantanal.

Él mismo sirvió como parte del cuerpo de bomberos para combatir incendios y rescatar animales heridos. “Me duele mucho ver la destrucción, ver animales muertos y que los árboles, que tardan décadas en crecer, sean destruidos en cuestión de horas”, lamenta.

Para combatir esta destrucción, Malheiros y su comunidad se movilizan en iniciativas de reforestación. Recolectan semillas de los bosques ribereños y siembran nuevos plantones en zonas degradadas. “Sembramos para reconstruir lo que fue destruido. Y esto lo hacemos con especies que cosechamos de aquí, de nuestra región. Los árboles de la ribera del río son fundamentales para que el Pantanal se mantenga vivo”, destaca.

El ribereño ve al Pantanal como un lugar de resiliencia, donde, a pesar de las dificultades y amenazas, las personas y la naturaleza continúan luchando por su supervivencia. “Si cada persona que vive en la ribera del río ayudara a preservar los bosques, sería muy bueno para todos. El Pantanal depende de ello”, reflexiona.

El Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), vinculado al Ministerio del Medio Ambiente (MMA), trabaja en acciones relacionadas con las unidades de conservación (UC) federales. En Brasil, las UC son áreas protegidas establecidas por el Gobierno para preservar la biodiversidad y los recursos naturales.

Según el Instituto, el Parque Nacional del Pantanal Matogrossense y la Estación Ecológica Taiamã cuentan con planificación para la protección contra fuegos y con brigadas contra incendios forestales activas y equipadas. El objetivo es mitigar los efectos de los incendios sobre la vegetación en general.

Además, se encuentra en marcha un programa de monitoreo de la biodiversidad y proyectos de restauración de la vegetación en la Estación Ecológica Taiamã. Según el Instituto, en el Parque Nacional del Pantanal Matogrossense también se desarrolla un proyecto de restauración de bosques inundados y bosques ribereños.

Las UC federales en el bioma Pantanal representan menos del 1 % del área total del bioma. Es por eso que el ICMBio concluye que el esfuerzo por conservar estos bosques y zonas ribereñas requiere acciones conjuntas de otros organismos competente.

Concenso multisectorial

Cristina Tófoli es gerente de programas de la ONG IPÊ-Instituto de Pesquisas Ecológicas, una de las instituciones que lidera la Coalición Pontes Pantaneiras, que involucra a cuatro instituciones: IPÊ, Embrapa Pantanal (brasileña Company of Agriculture Research), el Smithsonian Conservation Biology Institute y University College London. Tófoli afirma que el Pantanal es un entorno muy heterogéneo, con un paisaje que no sigue el patrón de los bosques ribereños en toda su extensión.

Según la ambientalista, aunque existen algunas áreas boscosas cerca de los ríos, la mayoría de las regiones están abiertas, debido al régimen de inundaciones y sequías que impide el crecimiento de árboles adaptados a esos niveles de agua.

Los bosques ribereños del Pantanal se concentran en zonas más altas, como capones forestales y cadenas montañosas que permanecen secas incluso durante las inundaciones.

Tófoli destaca que las comunidades tradicionales de la región se adaptan a esa realidad. Suelen vivir en zonas abiertas, donde se han creado terraplenes para proteger las viviendas de las inundaciones. La presencia de árboles en estas zonas es ocasional.

También comparte que, entre los desafíos de la conservación en el Pantanal, está el impacto de la degradación del Cerrado en los recursos hídricos. Como “casi todos los manantiales que alimentan el Pantanal provienen del Cerrado“, la mayor amenaza en este contexto proviene de la degradación de la meseta, una extensa área elevada con superficies planas o suavemente onduladas, cubierta por la vegetación típica del bioma.

La reducción de la vegetación natural y la alteración del suelo en estas regiones afectan directamente la disponibilidad y la calidad del agua que llega al Pantanal.

Al recordar los incendios, Tófoli menciona que “fueron más de un millón de hectáreas quemadas en el Pantanal”, lo que representa un gran desafío para la recuperación de la región. Es por eso que está convencida de que la lucha por preservar el Pantanal es una batalla colectiva que involucra a todos los sectores de la sociedad y que, a través del diálogo y la cooperación, es posible construir un futuro sostenible para las comunidades ribereñas y el ecosistema que habitan.

Preservar los ecosistemas del Pantanal

Ese precisamente es el objetivo de la Coalición Pontes Pantaneiras: conectar personas, cultura y biodiversidad para la sostenibilidad en el Pantanal, promoviendo diálogos sobre soluciones. La coalición incluye iniciativas centradas en acciones concretas, como la ganadería sostenible, que busca poner en valor las prácticas tradicionales de la región.

Ahora esta alianza está empezando a implementar “algunos indicadores de sostenibilidad para granjas que tienen una producción verdaderamente sostenible, no sólo de bajo impacto”, informa Tófoli. Estos indicadores ya se aplican en Mato Grosso y el IPÊ está apoyando la implementación en Mato Grosso do Sul.

El Pantanal, señala la gerente, tiene pocas comunidades tradicionales en comparación con la Amazonía. Además, las unidades de conservación existentes son áreas estrictamente protegidas, sin residentes indígenas dentro de ellas. También menciona que hay iniciativas ganaderas comunitarias poco conocidas y que Pontes Pantaneiras está buscando recursos para estudiarlas mejor.

Tófoli señala que “todavía hay dificultades para entender el papel de las áreas protegidas en beneficio de la sociedad en su conjunto” y destaca la importancia del diálogo entre las comunidades locales y la gestión ambiental.

Finalmente, asegura que “el tema medioambiental no es de izquierdas, ni de derechas, ni progresista ni conservador; es un punto colectivo en el que la sociedad debe converger”. Anderson Santana – Mongabay

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