La lluvia y el agua de estanques y lagos se filtran lentamente al suelo, pasando por grietas diminutas para rellenar acuíferos subterráneos. Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés), a menudo descritas como sustancias químicas eternas por lo difícil que resulta descomponerlas, pueden colarse en el agua subterránea que luego se extrae para beber.
Christian N. Albers, del Servicio de Prospección Geológica de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), y Jürgen Sültenfuss, de la Universidad de Bremen en Alemania, analizaron el agua de más de 100 pozos de Dinamarca en busca de una PFAS especialmente persistente: el trifluoroacetato. Y han comprobado que en las últimas décadas se ha producido un aumento constante de los niveles de esta sustancia química eterna.
El trifluoroacetato se forma cuando los gases fluorados, como los refrigerantes, y los pesticidas fluorados se degradan parcialmente en el medioambiente. El agua que pasa por el aire y el suelo recoge trifluoroacetato, y transporta el compuesto móvil y persistente a acuíferos de aguas subterráneas. Sin embargo, las pruebas para detectar trifluoroacetato en fuentes de agua subterránea potable no son muy frecuentes porque no existe un límite reglamentario, además del límite de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) sobre el total de PFAS en el agua potable de 0,5 partes por mil millones (ppb, por sus siglas en inglés). En este contexto, Christian Albers y Jürgen Sültenfuss querían evaluar exhaustivamente las aguas subterráneas en Dinamarca para determinar la presencia de este contaminante y buscar posibles cambios en los últimos 60 años.
Los investigadores recogieron muestras de 113 pozos de monitoreo de aguas subterráneas de toda Dinamarca. Analizaron las muestras para determinar la concentración de trifluoroacetato y aplicaron un método establecido de isótopo de tritio-helio para calcular cuánto tiempo hacía que el agua penetraba en los acuíferos subterráneos.
Agua en una caverna. (Foto: Scott House / Ozark National Scenic Riverways / NPS)
En líneas generales, sus datos mostraron una tendencia de aumento de las concentraciones de trifluoroacetato desde la década de 1960. En concreto, las aguas subterráneas presentaron las siguientes concentraciones:
-Antes de 1960, tenían niveles no mensurables.
-Entre 1960 y 1980, contenían una media de 0,06 ppb.
-Entre 1980 y 2000, contenían una media de 0,24 ppb.
-Entre 2000 y 2020, contenían una media de 0,6 ppb, cantidad que supera el límite total de PFAS en el agua potable establecido por la AEMA.
Los investigadores atribuyen las diferencias de concentración entre estos períodos de tiempo al cambio del depósito atmosférico, la absorción de las plantas y la aplicación local de pesticidas. Por ejemplo, en las zonas agrícolas de Dinamarca, se empezaron a aplicar pesticidas que podrían ser precursores del trifluoroacetato a finales de los años 60. Sobre la base de estas observaciones, los investigadores afirman que las concentraciones de trifluoroacetato podrían utilizarse para definir cuándo las aguas subterráneas entraron en acuíferos, por ejemplo, después de 1985 o antes de 2000, en lugar de utilizar métodos de datación más sofisticados y tediosos que requieren isótopos. Además, Albers afirma que algunas concentraciones especialmente altas de trifluoroacetato en aguas subterráneas de menos de 10 años de antigüedad podrían sugerir que las fuentes locales han cobrado importancia recientemente, como las aplicaciones de pesticidas fluorados.
El estudio se titula “A 60-Year Increase in the Ultrashort-Chain PFAS Trifluoroacetate and Its Suitability as a Tracer for Groundwater Age”. Y se ha publicado en la revista académica Environmental Science & Technology Letters. (Fuente: American Chemical Society)