La creciente necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y diversificar nuestra matriz energética ha impulsado el desarrollo de diversos sucedáneos de la gasolina. Entre ellos destacan los biocombustibles (bioetanol, biodiésel, HVO), los combustibles sintéticos (producidos a partir de hidrógeno y CO₂), el gas natural (GNC, GNL, GLP), el hidrógeno y la electricidad para vehículos eléctricos. Cada alternativa ofrece ventajas en términos de reducción de contaminación, seguridad energética y dinamización de la economía local, aunque también plantea desafíos relacionados con la infraestructura, el coste de producción y la sostenibilidad de su cadena de suministro.
La dependencia global del petróleo como fuente primaria de transporte ha provocado vulnerabilidad ante las fluctuaciones de precio y comprometido los objetivos de reducción de emisiones de CO₂. Por ello, surgen los sucedáneos de la gasolina, definidos como combustibles y energías derivadas de materias primas renovables o procesos sintéticos que buscan disminuir la huella ambiental y diversificar el mix energético.
Principales tipos de sucedáneos
1. Biocombustibles
Los biocombustibles se obtienen a partir de biomasa —residuos agrícolas, aceites vegetales o cultivos energéticos— y se clasifican principalmente en bioetanol y biodiésel. Estos recursos son renovables e inagotables, al tiempo que transforman CO₂ biogénico en energía, lo que puede acercar la neutralidad de carbono en su ciclo de vida.
2. Combustibles sintéticos
Los combustibles sintéticos o e-combustibles se producen combinando hidrógeno (obtenido via electrólisis con energía renovable) y CO₂ capturado de la atmósfera o flujos industriales. Este proceso termoquímico permite generar gasolina, queroseno y diésel con potencial balance de carbono cero.
3. Gas natural
El gas natural comprimido (GNC), licuado (GNL) y el gas licuado de petróleo (GLP) provienen de yacimientos fósiles o de biogás. Aunque sigue siendo un combustible fósil, su combustión emite entre un 20 % y un 30 % menos de CO₂ que la gasolina o el diésel, además de reducir las partículas y óxidos de nitrógeno.
4. Hidrógeno
El hidrógeno puede emplearse en pilas de combustible o quemarse en motores adaptados, generando sólo vapor de agua. Proyectos pioneros como el motor de inyección directa diseñado en Corea demuestran su viabilidad para sustituir a los motores de gasolina en los próximos años. Cuando se produce a partir de fuentes renovables, ofrece una solución limpia para segmentos de difícil electrificación, como el transporte pesado.
5. Electricidad
Los vehículos eléctricos (VE) eliminan por completo el uso de gasolina y utilizan energía que, si proviene de renovables, no genera emisiones directas. Ofrecen aceleración instantánea, menores costes de mantenimiento y eficiencia energética superior al 90 % en el eje motriz.
Ventajas de los sustitutos
Reducción de emisiones contaminantes
Los biocombustibles y sintéticos pueden reducir significativamente las emisiones netas de CO₂, al reutilizar carbono biogénico o capturado. El gas natural emite menos contaminantes convencionales que la gasolina, y el hidrógeno y la electricidad renovable eliminan casi por completo las emisiones en el punto de uso.
Diversificación y seguridad energética
Producir combustibles alternativos a nivel nacional reduce la dependencia de importaciones de petróleo y fortalece la resiliencia ante crisis geopolíticas o variaciones de precios internacionales.
Impulso a la economía local
Las cadenas de valor de biocombustibles y sintéticos fomentan la agricultura energética, la captación de CO₂ y la industria química, generando empleo y oportunidades de desarrollo rural.
Innovación tecnológica y eficiencia
La investigación en motores de hidrógeno y el despliegue de infraestructura de recarga eléctrica estimulan la innovación en materiales, electrónica de potencia y procesos industriales de bajo carbono.
Problemas y consideraciones
-Infraestructura: La red de estaciones de carga y de suministro de hidrógeno aún es incipiente en comparación con las gasolineras tradicionales.
-Coste de producción: El hidrógeno verde y los combustibles sintéticos siguen siendo más caros que los fósiles, aunque sus precios bajarán con economías de escala y apoyos regulatorios.
-Sostenibilidad: Es crucial asegurar que la biomasa y la energía renovable empleadas no compitan con la producción de alimentos ni provoquen deforestación.