El Foro Económico Mundial, también llamado Foro de Davos es una ONG internacional con sede en Cologny, que se reúne cada año en la localidad suiza de Davos a la que acuden los principales líderes empresariales y políticos, así como periodistas, expertos e intelectuales selectos con el objetivo de analizar los problemas más apremiantes que afronta el planeta.
La 20.ª edición del Informe de Riesgos Globales (Global Risks Report) del Foro Económico Mundial revela un panorama mundial cada vez más fracturado y problemático, en el que los crecientes desafíos geopolíticos, medioambientales, sociales y tecnológicos amenazan la estabilidad y el progreso globales.
Resiliencia para nuestro único planeta
Publicado antes de la reunión del Foro Económico Mundial en Davos la próxima semana, el 20º informe sobre Riesgos Mundiales 2025 identifica una serie de amenazas globales para el planeta, entre las que destacan los riesgos ambientales a diez años vista. Según el informe, los cuatro riesgos más graves en el próximo decenio son los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas, los cambios críticos en los sistemas terrestres y la escasez de recursos naturales.
Los riesgos ambientales identificados son ya una realidad cotidiana para millones de personas en el mundo. Los efectos de la doble crisis del clima y la naturaleza están destruyendo y desestabilizando la vida y los medios de subsistencia de las personas. Las temperaturas han alcanzado máximos históricos y los sistemas naturales de los que dependen nuestras sociedades y economías están llegando a su límite. El tiempo para evitar puntos de inflexión irreversibles se está agotando rápidamente. No queda más remedio que actuar mucho más rápido para aumentar la resiliencia ante estos riesgos y atajar sus causas profundas.
Los próximos cinco años son cruciales. Para 2030 tenemos que ver cambios en todo el sistema de producción y consumo de alimentos y energía, así como en la movilización de la financiación. También será vital aumentar los esfuerzos de conservación y restauración para garantizar que el declive de la naturaleza se invierta a finales de la década. Cuando los gobiernos presenten sus nuevos planes climáticos nacionales este año, tendrán la oportunidad de establecer una hoja de ruta. Disponemos de las soluciones, las tecnologías y los acuerdos internacionales; ahora tenemos que pasar urgentemente a su aplicación.
La reciente publicación del Informe Planeta Vivo 2024 analiza y propone las vías para transformar estos sistemas clave, así como los riesgos de alcanzar los puntos de no retorno para la salud de los ecosistemas. Además, según recoge dicho informe, el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre monitorizadas ha disminuido catastróficamente un 73 % en tan solo 50 años.
Los países han acordado ambiciosos objetivos mundiales para detener e invertir la pérdida de naturaleza (el Marco Mundial para la Biodiversidad), limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ºC (el Acuerdo de París) y erradicar la pobreza (los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU). Sin embargo, el informe Planeta Vivo afirma que los compromisos nacionales y la acción sobre el terreno están muy por debajo de lo necesario para cumplir los objetivos marcados para 2030 y evitar peligrosos puntos de inflexión.
El Planeta tiene una vía clara para hacer frente a estos riesgos y construir un mundo más seguro y sostenible. Hacemos un llamamiento a todos para que se impliquen y actúen de forma urgente. Nuestro futuro depende de ello.