Originalmente, resiliencia es un término que proviene de la física y que define la capacidad de un cuerpo o de un material para resistir golpes o deformaciones. El campo semántico de la resiliencia se extendió a otras áreas. Y a día de hoy se la aplica en biología, psicología, economía, sociología, ecología y un largo etc.
En el sentido más amplio se considera que la resiliencia es la capacidad que un determinado sistema posee y que le permite superar las alteraciones provocadas por uno o más elementos perturbadores. Y ello tiene como objetivo: volver a su estado inicial y/o a su funcionamiento normal.
Resiliencia Organizacional
La resiliencia puede aplicarse a una organización. Que puede ser una empresa, un grupo de personas o una sociedad. Y es, por tanto, la capacidad que tiene la organización de adaptarse a las perturbaciones internas o externas. Y de recuperar y mantener su cohesión.
Resiliencia social o comunitaria
Aplicada a las sociedades es la capacidad que tiene una comunidad para enfrentar y superar cualquier tipo de crisis. Por ejemplo, en los lugares proclives a los fenómenos sísmicos gradualmente los sistemas de construcción han ido cambiando. De esta forma se limitan los daños en caso de terremoto.
Hoy en día una serie de fenómenos amenazan a las sociedades humanas y nuestra capacidad de resiliencia frente a ellos parece limitada. Las políticas industriales y económicas de todo el mundo no priorizaron en su momento las problemáticas asociadas al calentamiento global. Por lo tanto, se ha convertido con el tiempo en un grave problema que amenaza la capacidad de supervivencia de nuestras sociedades.
Resiliencia empresarial
Las empresas comprometidas con un enfoque de RSE son conscientes de la importancia de la resiliencia. En consecuencia, organizan y desarrollan su actividad teniendo en cuenta los impactos que esta pueda tener a nivel social, ambiental y económico. Este enfoque es ante todo preventivo. Y consiste en anticiparse a los posibles problemas para contrarrestar o limitar sus efectos antes de que se produzcan.
La ética y la implementación de un enfoque de RSE, por lo tanto, tienen como objetivo principal la prevención de riesgos y peligros. Y para hacerlo emplea la planificación anticipada de las estrategias que darán respuesta a los problemas. Con el fin de garantizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos. Se trata, de hecho, de un proceso de adaptación permanente que promueve directamente la resiliencia. En la medida en que cualquier situación de crisis se considera superable, gracias al desarrollo de metodologías adecuadas.
Resiliencia urbana
En el campo de la planificación urbana, también hablamos de resiliencia urbana cuando se planifican los sistemas urbanos, tomando en consideración, las perturbaciones que pueden sufrir. Es una forma de encontrar la clave para lograr una construcción multidisciplinar de la ciudad.
Para conseguirlo se vale de la arquitectura, el diseño, el ecodiseño y la construcción sostenibles. Además del urbanismo, la planificación de la salud y la gestión energética. Todo ello permite que los sistemas urbanos sean más adaptables. Y, por tanto, más resistentes a los impactos ecológicos yo a las crisis climáticas o físicas.
Sin resiliencia no hay futuro
La naturaleza y el medio ambiente tienen la capacidad de recuperarse de los daños que se les inflige, pero esta premisa es cierta en determinadas circunstancias. Las aguas residuales previamente tratadas de manera adecuada pueden volver a los ríos, pero si los niveles de contaminación son muy altos, resultan irrecuperables a corto y mediano plazo, lo que implica una carga adicional para la naturaleza a la hora de gestionarlas.
Los seres humanos somos los únicos que generamos basura y encima no nos hacemos cargo de su gestión, por lo que también minamos el poder de resiliencia de la naturaleza. Debemos hacernos cargo de nuestros residuos, antes de que sea demasiado tarde y nos hayamos cargado el único planeta habitable que conocemos.