El aumento de dióxido de carbono y otros gases con efecto invernadero en la atmósfera es el principal motor del calentamiento global pero además, según revela un nuevo estudio, tendrá un efecto negativo adicional que indirectamente expondrá a las naves espaciales en órbita a la Tierra a un mayor peligro de impacto con basura espacial.
La basura espacial, a menudo también referida como chatarra espacial, es el conjunto de vehículos espaciales inservibles y fragmentos de los mismos que todavía siguen en órbita a la Tierra. Como ya no se les puede controlar, impactarán contra cualquier nave, inservible u operativa, que tenga la mala suerte de cruzarse con ellos. Y a la velocidad a la que vuelan, muchísimo mayor que la de las balas, un simple tornillo puede causar una catástrofe, potencialmente con víctimas mortales si la nave alcanzada lleva astronautas.
El nuevo estudio lo ha realizado un equipo encabezado por William Parker, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos.
Parker y sus colegas han determinado que la presencia creciente de gases con efecto invernadero en la atmósfera tiende a reducir la capacidad de esta para hacer caer la basura espacial y deshacerla y quemarla por el intenso roce del aire.
Concretamente, los autores del estudio han determinado que el dióxido de carbono y otros gases con efecto invernadero pueden provocar la contracción de la atmósfera superior. Una capa atmosférica de especial interés es la termosfera, donde hoy orbitan la Estación Espacial Internacional y la mayoría de los satélites. Cuando la termosfera se contrae, la disminución de la densidad a gran altitud reduce la resistencia al avance ejercida por las trazas gaseosas. Esta resistencia al avance es una fuerza que arrastra a los viejos satélites y a otros desechos hacia altitudes menores en las que se toparán con aire suficiente como para que el roce con este a la gran velocidad con la que vuelan sea lo bastante intenso como para que los deshaga y queme.
En esta fotografía de larga exposición, tomada desde la Estación Espacial Internacional (ISS) por el astronauta Don Pettit, se aprecian como rayas luminosas las luces nocturnas de zonas urbanas en la superficie terrestre así como las luces naturales de estrellas y el brillo de la atmósfera en el cielo. Los destellos brillantes en el centro de la imagen son reflejos de luz solar que llegan de satélites Starlink de SpaceX. (Foto: Don Pettit / NASA)
Menos resistencia al avance implica más tiempo de permanencia de la chatarra en el espacio y por tanto una mayor abundancia de la misma y más probabilidades de impacto contra naves.
El estudio se titula “Greenhouse Gasses Reducing the Satellite Carrying Capacity of Low Earth Orbit”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Sustainability. (Fuente: NCYT de Amazings)