La rica y extensa biodiversidad marina que habita en los entornos mesofóticos del mar de Alborán continúa dando sorpresas a científicos e investigadores gracias al descubrimiento de nuevas especies que permiten comprender el hábitat, así como ecosistemas de importante valor para la conservación.
Hallazgos como el de diferentes morfologías en ejemplares de colonias de corales blandos (del género Parazoanthus) en los Acantilados y Fondos Marinos de Calahonda-Castell de Ferro así como en otra población en los fondos submarinos del Monte Hacho de Ceuta, que han permitido descubrir dos nuevas especies de corales desconocidas hasta la fecha.
Se trata de Parazoanthus franciscae, de momento endemismo estricto del mar de Alborán, y Parazoanthus brevitentacularis, distribuida por el Mediterráneo y la Macaronesia, que se localizaron tras varias inmersiones.
Estos animales comúnmente se conocen como anémonas incrustantes amarillas, aunque no se trata de verdaderas anémonas. Son invertebrados marinos que vive en colonias, tapizando grandes paredes o parasitando a otras especies, como esponjas o hidrozoos.
El mar de Alborán, en el extremo occidental del Mediterráneo, sigue dando sorpresas. Un equipo formado por biólogos marinos de la Fundación Museo del Mar de Ceuta ha detectado diferentes morfologías en colonias de corales blandos en los acantilados y fondos marinos de Calahonda-Castell de Ferro (Granada), así como en otra población en los fondos submarinos del Monte Hacho de Ceuta.
Lo que antes se consideraba una sola especie, en realidad son tres
Además, los investigadores han explicado que tras constatar en laboratorio estas diferencias incorporaron al equipo de genetistas del Grupo BIO200 de la Universidad de Granada. Estos han podido concluir que lo que hasta el momento se había considerado una misma especie, en realidad, se trata de tres especies.
La original es Parazoanthus axinellae, de amplia distribución, y las dos nuevas que el equipo ha descrito con los nombres específicos de: Parazoanthus franciscae, de momento endémico del mar de Alborán, y Parazoanthus brevitentacularis, distribuida por el Mediterráneo y la Macaronesia.
Con una gran variabilidad morfológica y dada su especial relevancia como biomodulador (especie que construye hábitats y los modula) lleva siendo objeto de estudio desde los años cincuenta.
Este descubrimiento se ha conseguido en el ámbito del Proyecto MESO_Alborán 2, que se desarrolla con la colaboración de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través del programa Pleamar, y se cofinancia por la Unión Europea y por el FEMPA (Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura).
En el marco de este programa se han usado las mejores tecnologías disponibles para optimizar las jornadas de trabajos de investigación submarina. Se ha recurrido al uso de un ROV (vehículo de control remoto), que ha ayudado a realizar prospecciones en las profundidades antes de que se sumerjan los especialistas.
El equipo de la Fundación ha insistido en que la conservación de las especies marinas depende de conocer su existencia, distribución, sensibilidad, funciones o servicios ecosistémicos que pueden prestar al bienestar humano.
Entre estas contribuciones, Parazoanthus es muy importante como especie bioconstructora. Este genera hábitats sobre los que se desarrollan las comunidades marinas de las que se nutre la pesca, construyendo bosques en miniatura entre los que las especies de interés pesquero realizan sus puestas.
Además, estudios recientes muestran su capacidad como fuente de nuevos compuestos antimicrobianos.
Este grupo de especies viven en el planeta desde hace 250 millones de años
También, estudios genéticos llevados a cabo en los últimos años indican que este grupo de especies viven en el planeta desde hace unos 250 millones de años, unos 20 millones de años antes de que el primer dinosaurio apareciese en la Tierra.
Los especialistas los definen como fósiles vivientes, cuyas poblaciones aún pueden ser observadas con cierta facilidad en los ambientes submarinos del mar de Alborán.
No obstante, el cambio global y cambios específicos derivados de las presiones antrópicas sobre el medio marino están aumentando el riesgo de que estos fósiles vivientes desaparezcan.
Algunas especies pueden extinguirse antes de ser observadas y estudiadas, perdiendo valor natural y una fuente de posibles recursos de importancia para la sociedad.
Las colonias de coral estudiadas se encuentran en espacios de la Red Natura 2000, pendientes de completar su protección con una adecuada ordenación de usos.