La importancia de las algas en el control del cambio climático

La importancia de las algas en el control del cambio climático

Las algas, esos organismos fotosintéticos que habitan tanto en aguas marinas como en suelos húmedos, se están posicionando como uno de los aliados más prometedores para combatir el cambio climático. Su capacidad para capturar dióxido de carbono (CO₂), regular la temperatura y mantener el equilibrio de los ecosistemas ofrece soluciones innovadoras y sostenibles para un planeta en crisis.

Un recurso natural con múltiples facetas

Las algas no son solo la base de muchas cadenas tróficas; son verdaderos motores de la captura de carbono. Al igual que las plantas terrestres, realizan la fotosíntesis, transformando la luz solar en energía y capturando CO₂ atmosférico para convertirlo en biomasa. Sin embargo, su tasa de crecimiento acelerada y su adaptación a ambientes acuáticos les permiten absorber, en algunos casos, hasta 20 veces más carbono por área que los bosques tradicionales. Esta capacidad es la base del concepto de carbono azul, que se refiere al CO₂ secuestrado en ecosistemas costeros y marinos, entre ellos los bosques de algas y praderas marinas.

Algoritmos naturales para el secuestro de carbono

Carbono azul: la huella oculta de los océanos

Aunque los manglares y las praderas marinas han recibido gran atención por su papel en la mitigación del cambio climático, las algas –tanto micro como macro– están emergiendo como componentes críticos en la formación de sumideros de carbono. Al crecer y, finalmente, depositarse en el fondo del océano, la biomasa algal almacena carbono durante siglos, ayudando a disminuir la concentración de CO₂ en la atmósfera. Estudios recientes han demostrado que algunas comunidades de algas, como las algas del suelo, pueden captar hasta el 30% de las emisiones anuales humanas.

Captura y almacenamiento en entornos marinos

La eficacia de las algas para retener carbono ha impulsado proyectos a nivel global. Por ejemplo, iniciativas en Chile y Europa están explorando el cultivo intensivo de macroalgas para generar “bosques submarinos” que actúan como barreras naturales contra la erosión y, al mismo tiempo, secuestran carbono de manera permanente. Estas estrategias no solo ayudan a mitigar el cambio climático, sino que también regeneran hábitats marinos y mejoran la biodiversidad.

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Innovación en la acuicultura y biotecnología

De la amenaza a la oportunidad: gestión de algas invasoras

En algunas regiones, el exceso de algas invasoras genera problemas ambientales y económicos. Sin embargo, proyectos innovadores están transformando este reto en una oportunidad. Por ejemplo, en Tarifa (España) se están desarrollando plantas de biogás que convierten algas invasoras en electricidad y fertilizantes, reduciendo costes y generando energía limpia. Esta doble función –mitigación del exceso de biomasa y producción de energía– ejemplifica cómo la gestión sostenible de las algas puede beneficiar tanto al medio ambiente como a la economía local.

Algoritmos biotecnológicos: de la fotosíntesis a los biocombustibles

 

Las microalgas están siendo aprovechadas en la producción de biodiésel y biometano, gracias a su alto contenido lipídico. Empresas e instituciones de investigación han desarrollado biorreactores que, utilizando CO₂ de fuentes industriales, cultivan microalgas que luego se transforman en biocombustibles. Este proceso de biofijación no solo reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también proporciona una alternativa energética sostenible que puede integrarse en la matriz de energía renovable.

Además, la innovación en sistemas integrados de captura de carbono, como el BICCAPS desarrollado conjuntamente en Estados Unidos y China, aprovecha la capacidad de las algas alcalinas para utilizar bicarbonato, convirtiendo los gases de combustión en biomasa utilizable.

Perspectivas y el futuro de las algas

Adaptación y resiliencia en un mundo cambiante

El cambio climático no solo demanda soluciones para capturar CO₂, sino que también plantea retos a los propios sistemas naturales. Investigadores han demostrado que algunas especies de algas antárticas poseen una notable capacidad para adaptarse a cambios bruscos en la temperatura y la radiación ultravioleta, lo que abre la puerta a utilizar estos organismos como indicadores de la salud del océano y como modelos para diseñar soluciones resilientes.

Limitaciones y el camino hacia una implementación a gran escala

 

A pesar de su gran potencial, las algas no son la solución mágica para revertir el cambio climático. Expertos advierten que, si bien pueden capturar grandes cantidades de carbono, su eficacia a nivel global dependerá de factores como la fertilización de nutrientes, la estabilidad de los ecosistemas y la gestión de los residuos algales. Proyectos piloto en Mozambique y otras regiones han mostrado beneficios locales importantes, pero también evidencian limitaciones para alcanzar una escala que compense las emisiones globales.

Integración de soluciones y la economía circular

La convergencia de la investigación biotecnológica, la acuicultura sostenible y las políticas de economía circular es clave para maximizar el potencial de las algas. La integración de proyectos de cultivo de algas en estrategias de carbono azul y la conversión de biomasa en biocombustibles o fertilizantes permite cerrar el ciclo de emisiones y generar valor económico, social y ambiental. Estas iniciativas no solo contribuyen a la mitigación del cambio climático, sino que también impulsan el desarrollo de comunidades locales y la innovación industrial.

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