La circulación atlántica: Clave para el clima global

La circulación atlántica: Clave para el clima global

 

La circulación atlántica, también conocida como Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), es un sistema fundamental de corrientes oceánicas que regula el clima global. Su funcionamiento es crucial para mantener la estabilidad de las temperaturas en Europa, América del Norte y áreas tropicales. Sin embargo, recientes estudios advierten que esta circulación podría estar debilitándose, con consecuencias potencialmente catastróficas para el planeta.

¿Qué es la Circulación Atlántica y cómo funciona?

La circulación atlántica es una corriente termohalina impulsada por diferencias de temperatura y salinidad en el agua del océano. Este sistema transporta aguas cálidas desde los trópicos hacia el Atlántico Norte, donde se enfrían, se hunden y regresan hacia el sur en aguas profundas. Este proceso ayuda a distribuir el calor en el planeta y regula patrones climáticos globales.

La Importancia de la Circulación Atlántica

El AMOC desempeña un papel fundamental en la regulación climática global. Algunas de sus funciones clave incluyen:

-Regulación del clima europeo: Mantiene temperaturas más templadas en Europa occidental.

-Influencia en el nivel del mar: Un debilitamiento podría provocar un aumento en el nivel del mar en la costa este de EE.UU.

-Impacto en el monzón africano: Afecta las lluvias y sequías en el Sahel africano.

-Interacción con la corriente del Golfo: Su alteración podría cambiar drásticamente las condiciones climáticas en diversas regiones.

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(Foto:  R. Curry, Woods Hole Oceanographic Institution/Science/USGCRP)

Amenazas y el Riesgo de un Colapso

Investigaciones recientes han encontrado signos de debilitamiento en el AMOC, atribuidos principalmente al calentamiento global y el derretimiento del hielo en Groenlandia. A medida que grandes volúmenes de agua dulce ingresan al Atlántico Norte, se reduce la densidad del agua, dificultando su hundimiento y ralentizando la circulación.

Los efectos de un colapso podrían ser devastadores, incluyendo inviernos extremos en Europa, sequías severas en África y América del Sur, y la interrupción de los patrones de lluvia en los trópicos. Algunos modelos climáticos sugieren que el AMOC podría colapsar a finales del siglo XXI si no se toman medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

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