Ex subsecretario de Medio Ambiente critica la reforma a la SMA por falta de garantías procesales

“Desde un punto de vista jurídico, el tratamiento de las medidas cautelares es insatisfactorio y no cumple con garantías mínimas procesales”, afirma el abogado Ricardo Irarrázabal. Además, pide reducir la discrecionalidad en las aplicaciones de las medidas.

 La reforma a la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), actualmente en discusión en la Cámara de Diputados, ha generado intensos debates debido a las nuevas potestades propuestas para el organismo. En entrevista con El Periodista, Ricardo Irarrázabal, ex subsecretario de Medio Ambiente y abogado especialista en regulación ambiental, cuestionó aspectos clave del proyecto de ley, destacando la falta de garantías procesales y el aumento de la discrecionalidad en la aplicación de sanciones.

Irarrázabal señaló que la propuesta, que busca maximizar el cumplimiento ambiental, carece de claridad en cuanto a las conductas sancionables y las respuestas de la autoridad, lo que dificulta la diferenciación entre la tutela infraccional, penal y de daño ambiental. “Desde un punto de vista jurídico, el tratamiento de las medidas cautelares es insatisfactorio y no cumple con garantías mínimas procesales”, afirmó.

Entre las facultades más controversiales, mencionó la posibilidad de que la SMA suspenda temporalmente el funcionamiento de proyectos sin una base jurídica clara, y que los fiscalizadores puedan incautar objetos y documentos sin límites precisos. Según Irarrázabal, estas medidas podrían generar procedimientos asimétricos que afectarían negativamente a industrias complejas como la minera.

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Reducir la discresionalidad

El exsubsecretario enfatizó la necesidad de reformular el proyecto para garantizar una mayor claridad en la fiscalización de las Resoluciones de Calificación Ambiental (RCA) y reducir la discrecionalidad en la aplicación de multas, que considera excesivas. 

También abogó por un enfoque integral que analice conjuntamente las leyes ambientales en discusión-ley de bases generales del medio ambiente, ley de la Superintendencia del Medio Ambiente y permiso- lo que aseguraría una visión más coherente y coordinada entre las autoridades, de acuerdo con su visión.

Para Irarrázabal, el proyecto, lejos de incentivar mejoras ambientales reales, podría generar más burocracia interna en las empresas y desincentivar futuras inversiones debido a los altos costos asociados al cumplimiento. “Se perdió una gran oportunidad de dar certeza y mejorar el cumplimiento ambiental, que era el objetivo principal de esta ley”, concluyó.