El nuevo nivel de protección del lobo, que pasa de especie «estrictamente protegida» a simplemente «protegida» entró en vigor hace apenas unos días, según había anunciado en su momento el Consejo de la Unión Europea.
La modificación fue aprobada en diciembre del año pasado por la Convención de Berna a petición de la Unión Europea, que en septiembre y con el voto en contra de España, había solicitado pasar el estatus de protección del Anexo II al III.
Bajo el régimen del Anexo II está prohibida cualquier forma de captura o de muerte intencional –lo que incluye la caza–, así como la destrucción o el deterioro de los espacios de reproducción o de las áreas de descanso. Igualmente está proscrito el comercio y la detención de estos animales.
Pero con el Anexo III, las cosas cambian mucho, ya que la reglamentación es permisiva con algunas de esas prácticas, a condición de «mantener la existencia de esas poblaciones fuera de peligro». En ese caso, la caza puede estar autorizada pero de forma limitada en el espacio y en el tiempo.
Rebaja del estatus de protección del lobo
Esta propuesta llega tras la decisión de rebajar el estatus de protección de la especie dentro del Convenio de Berna, un cambio que entró en vigor el 6 de marzo de 2025. La propuesta, que aún debe ser validada por los Estados miembros y el Parlamento Europeo, ha despertado duras críticas desde entidades científicas y conservacionistas. Aunque abre una puerta muy peligrosa, por el momento no tiene implicaciones legales para España.
Durante los últimos 18 meses, la UE ha estado presionando para rebajar la protección del lobo a pesar de la falta de pruebas científicas sólidas al respecto. Gracias a su protección estricta, las poblaciones de lobos se han ido recuperando en muchas partes del continente europeo, lo que constituye un gran éxito de conservación. No obstante, su estado de conservación dista mucho de ser favorable y su recuperación sigue siendo frágil.
Rebajar la protección del lobo es una decisión equivocada que prioriza los réditos políticos sobre la ciencia, y polarizará aún más el debate. No ofrece ninguna verdadera ayuda a las comunidades rurales, al tiempo que debilita la oportunidad de seguir invirtiendo en medidas preventivas para lograr la coexistencia.
Sigue todo igual en España
En su anuncio, la Comisión Europea señala que los Estados Miembros seguirán teniendo la posibilidad de mantener un mayor nivel de protección del lobo, si así lo considera necesario su legislación nacional. En ese sentido, España podrá mantener el actual estatus de protección del lobo, pues las razones para incluir las poblaciones españolas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE) en 2021 no han cambiado.
Además, la CE recuerda que incluso aunque se rebaje el nivel de protección, los Estados miembros tendrán la obligación de alcanzar y mantener el Estado de Conservación Favorable en sus poblaciones, algo que en España aún no se ha logrado.
La Comisión también reconoce que “las inversiones en medidas adecuadas de prevención de daños siguen siendo esenciales para reducir la depredación del ganado”, respaldando el modelo que ha impulsado España desde 2021: una gestión del lobo basada en la evidencia científica y la coexistencia con las actividades tradicionales, con el objetivo de alcanzar y mantener un estado de conservación favorable de la especie.
Para que esa apuesta por la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva funcione es imprescindible el compromiso de las Comunidades Autónomas, que lamentablemente no están haciendo los deberes, según nuestro análisis de las políticas autonómicas.
Peligro para la naturaleza europea
En lugar de impulsar la naturaleza de Europa, nuestro mejor aliado contra las crisis climática, de pérdida de biodiversidad y de contaminación, la UE sigue dando marcha atrás en uno de sus éxitos de conservación más impresionantes de las últimas décadas.
La ofensiva de la UE contra el lobo sienta un precedente extremadamente peligroso para la política de conservación de la naturaleza, ya que echa por tierra un enfoque basado en la ciencia, y convierte la protección de las especies en moneda de cambio político.
Durante más de tres décadas, la emblemática Directiva de Hábitats de la UE ha protegido cientos de especies y hábitats europeos, sacando del borde de la extinción a especies emblemáticas como el lobo o el lince ibérico. La coalición de ONG pide ahora a los Estados miembros y al Parlamento Europeo que protejan la integridad de la Directiva de Hábitats y se opongan a cualquier intento de debilitarla.