España sufre las consecuencias del calentamiento global experimentando una aridez climática nunca vista

España sufre las consecuencias del calentamiento global experimentando una aridez climática nunca vista

 

Más de tres cuartas partes de la superficie terrestre sufrieron climas más secos y aridez ambiental entre 1990 y 2024, en comparación con las tres décadas anteriores, según las últimas informaciones de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. En los últimos 30 años, el 40,6 % de la masa terrestre mundial, excluida la Antártida, se clasifica como tierras áridas, tres puntos porcentuales más que las tres décadas anteriores.

Estos datos también apuntan a que en el peor de los escenarios proyectados acerca del cambio climático el 2100, 5.000 millones de personas podrían tener que vivir en el desierto a causa de la aceleración del calentamiento global de origen antropogénico que estamos experimentando.

La aridez climática también es un problema en España, por lo que los científicos estudian su evolución reciente y su proyección futura en un contexto de cambio climático y buscan como desarrollar herramientas de información que les permitan gestionar el riesgo de desertificación que ya está experimentando el país.

Aumento de la aridez climática en España

Una investigación llevada a cabo por un equipo del Laboratorio de Climatología y Servicios Climáticos, una red que reúne a científicos y técnicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Zaragoza, ha revelado que la aridez climática, es decir, el equilibrio a largo plazo entre la disponibilidad de agua procedente de la lluvia y el agua que evapora la atmósfera, ha aumentado de forma discreta, pero continua, durante los últimos 60 años en España. Las conclusiones del trabajo, financiado por la Fundación Biodiversidad, aparecen publicadas en la revista International Journal of Climatology.

La aridez climática es una característica del clima de una región que describe la escasez (o abundancia) de precipitaciones en relación con la demanda de agua por parte de la atmósfera. Tiene un amplio impacto en muchos aspectos de la vida, y desempeña un papel clave en la determinación de la disponibilidad de agua y la distribución geográfica de los ecosistemas y las regiones agrícolas.

Según explican los investigadores, en las condiciones actuales de cambio climático es de gran interés evaluar los cambios en la aridez climática, ya que es uno de los principales motores de las transiciones ecológicas, como, por ejemplo, el proceso de desertificación.

Según las conclusiones del trabajo, las Islas Canarias han registrado una tendencia más clara hacia un clima más árido, especialmente desde 1990. Entre 1961 y 1990 y 1991 y 2020, el 12% del territorio de la España peninsular y Baleares experimentó una transición hacia categorías más áridas del Índice de Aridez de la Food and Agriculture Organization (FAO), mientras que apenas hubo transiciones hacia condiciones más húmedas.

La mayoría de estos cambios se dieron en zonas periféricas a las grandes depresiones peninsulares (Guadalquivir, Tajo, Duero, Ebro), en zonas de somontano. En las Canarias, este porcentaje fue del 16%, concentrado en zonas bajas y de sotavento de los relieves principales.

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Los meses de abril y junio fueron clave en el cambio hacia un clima más seco, afectando principalmente al sur y sureste español. Respecto a las transiciones hacia condiciones más húmedas, aunque estas fueron mucho menos frecuentes, se dieron principalmente en marzo (24%) y octubre (13%). Esto indica que los meses de primavera y otoño fueron los únicos en los que algunas zonas experimentaron una ligera recuperación de la humedad.

El investigador de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD-CSIC) y líder del estudio, Santiago Beguería, aclara que “estos cambios en la aridez climática, no solo afectan a la disponibilidad de agua y al desarrollo de los ecosistemas naturales, sino que también tienen un impacto directo en la agricultura, en la fenología de plantas y animales, y en la funcionalidad de las comunidades humanas”.

Monitor de Sequía Meteorológica

Para llevar a cabo este estudio, el Laboratorio de Climatología y Servicios Climáticos ha calculado el índice de aridez de toda España entre 1961 y 2020. Este análisis ha sido posible gracias a los datos climáticos de precipitación y evapotranspiración procedentes del Monitor de Sequía Meteorológica, una herramienta que recopila información de la red de observatorios de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Los investigadores han compilado la nueva información en una base de datos en abierto. Además, se ha desarrollado un visor web interactivo donde se muestra esta información de forma clara y sencilla plasmada en un mapa de España. Por ejemplo, en un par de clics, puede verse cuál ha sido la aridez climática de cualquier municipio, provincia o comunidad de España a lo largo de este periodo.

Por ejemplo, los cambios observados en estos últimos 60 años han podido tener repercusiones en el desarrollo de la agricultura de secano y en la ganadería extensiva, modificando de forma directa el calendario de aprovechamientos, la selección de variedades de plantación, o el régimen de estabulación en zonas de valle-montaña”, asegura el investigador.

Cuantificación de la aridez climática

La aridez climática es una característica del clima de una región que describe la escasez (o abundancia) de precipitaciones en relación con la demanda de agua por parte de la atmósfera. No se mide de manera directa, sino que se cuantifica a través de diferentes índices climáticos que relacionan la precipitación y la evapotranspiración. Uno de los más utilizados es el Índice de Aridez de la FAO (AI, por sus siglas en inglés).

Este índice es la relación entre la precipitación (P) y la evapotranspiración potencial (PET): AI = P / PET. Sus valores pueden oscilar entre 0 e infinito, y se pueden agrupar en 6 categorías, con las que es posible conocer fácilmente si una región presenta un clima de tipo árido (valores bajos) o húmedo (valores altos). El índice se puede calcular para diferentes periodos históricos, aunque lo más común es ceñirse a las normales climatológicas (periodos de 30 años) definidas por la Organización Meteorológica Mundial.

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