España, legislación pionera a nivel mundial para garantizar los derechos básicos de los grandes simios

España, legislación pionera a nivel mundial para garantizar los derechos básicos de los grandes simios

 

Hasta hace poco, la ciencia occidental conocía relativamente poco sobre los grandes simios. Por ejemplo, no fue hasta los años 60 cuando se reconoció el uso de una herramienta como rasgo común de sus vidas en estado silvestre. Ahora sabemos que todos los miembros de la familia de los homínidos son inteligentes, tienen conciencia de sí mismos, son emocionalmente complejos y establecen fuertes lazos sociales y familiares.

Estudios llevados a cabo con homínidos no humanos en cautividad han demostrado que son capaces de aprender varios componentes de los sistemas de comunicación humanos. Han demostrado comprender un extenso vocabulario de signos, símbolos e idiomas. Además son capaces de componer frases simples, inventar palabras, expresar deseos y sentimientos, hacer bromas e incluso mentir.

Resulta irónico que los humanos sólo empecemos a reconocer y apreciar las capacidades de los otros homínidos cuando ellos aprenden elementos del lenguaje humano. El Gobierno de España prepara una legislación pionera a nivel mundial destinada a chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes. El objetivo es garantizar sus derechos básicos, como seres sintientes con capacidades cognitivas avanzadas.

Chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes. Son nuestros primos evolutivos, los animales más cercanos al ser humano en las enmarañadas ramas del árbol de la vida. Especialmente chimpancés y bonobos, de los que apenas nos separan entre 4 y 6 millones de años. Para hacerse una idea de esta proximidad con un ancestro común, la distancia evolutiva entre caballos y cebras, por ejemplo, es prácticamente la misma. Los gorilas están un poco más lejos de nosotros, aunque no mucho: unos 10 millones de años. Los orangutanes, entre 12 y 16.

La cercanía evolutiva es una de las principales razones que ha impulsado la Ley de Grandes Simios, cuyo objetivo es establecer una protección especial para este grupo de primates, garantizando sus derechos básicos y reconociéndolos como seres sintientes con capacidades cognitivas avanzadas. Un texto que destaca por su carácter pionero, ya que no existe nada similar en todo el mundo. Numerosos países han desarrollado leyes de protección animal más o menos exigentes, pero ninguna de ellas referida específicamente a un grupo taxonómico, como es el caso.

Impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales, esta ley nace por mandato de otra, la de Bienestar Animal, en la que fue introducida como una disposición adicional. Después de concluir la fase de consulta pública, el anteproyecto ha recibido más de 300 aportaciones, que ahora se estudiarán antes de redactar un borrador y definir las líneas maestras definitivas.

El primer texto sometido a consulta pública aborda cuestiones como prohibir todo tipo de investigaciones invasivas con estos primates, su reubicación progresiva en santuarios o la prohibición de su uso comercial y en espectáculos. Además, establece criterios estrictos para la tenencia y custodia, e incluye en el ordenamiento jurídico los compromisos internacionales sobre tráfico de vida silvestre adquiridos por España, como el foro de Kinshasa -vinculado a la República Democrática del Congo (RDC), uno de los principales puntos calientes en el tráfico de especies a nivel mundial-.

Los grandes simios disponen de capacidades cognitivas complejas

El anteproyecto sobre el que se está trabajando incide en que los grandes simios disponen de capacidades cognitivas complejas como el aprendizaje, la comunicación o el razonamiento, que les acercan a los seres humanos. Además, parecen estar dotados de autoconciencia y de intencionalidad en la toma de decisiones, algo de lo que la ciencia apenas tiene dudas.

Si hace unas décadas la dimensión mental de los primates era un universo prácticamente desconocido —a pesar de ser uno de los grupos animales más estudiados—, en los últimos años se han dado pasos de gigante en su comprensión, gracias a la llegada de nuevas tecnologías y metodologías, la integración de diferentes disciplinas científicas y un cambio en la perspectiva sobre la inteligencia y la conciencia animal.

«Con los grandes simios compartimos procesos cognitivos muy sofisticados, que se acercan mucho a los nuestros, del tipo ‘sé que las cosas podrían haber sido diferentes si hubiese tomado otra decisión en el pasado’», apunta Antonio Osuna, biólogo cognitivo e investigador del Messerli Research Institute de Viena, quien no obstante recalca que «sí que hay diferencias que pueden ser importantes a la hora de desarrollar una cultura como la que tenemos nosotros, y es que parecen dar menos importancia a aspectos a las que nosotros damos mucha importancia, como el aprendizaje por imitación».

«Grandes simios también somos los seres humanos. Normalmente hablamos de ellos como si fuese un grupo de animales separados de nosotros, pero tenemos un antepasado común, y nosotros estamos emparentados más cercanamente a un chimpancé o a un bonobo de lo que un chimpancé o un bonobo está emparentado a un gorila o a un orangután«, explica este científico.

En cuanto al plano emocional, estos animales guardan aún más similitudes con el ser humano. «Es difícil de medir, porque estamos hablando de la vida subjetiva, pero somos muy parecidos», declara Osuna, quien deja claro que «todas aquellas cosas que consideramos importantes en nuestra vida las compartimos con una innumerable cantidad de especies, y por supuesto con los grandes simios«.

Esta afinidad, según explica, incluye aspectos como «el amor por la familia, la amistad, el sentirse a gusto una mañana temprano cuando sale el sol, la apreciación de la belleza, poder dormir tranquilamente sintiéndose protegido… Esas sensaciones subjetivas que llenan nuestro día a día, y que nos convierten en seres sintientes». «Las cuatro especies son totalmente sintientes, tanto como nosotros o quizá incluso más», destaca este biólogo.

Críticas por parte de los primatólogos por la bajísima calidad del anteproyecto

Además de la cognición y el aspecto emocional, el anteproyecto de ley subraya que la importancia de la genética, que «resulta más eficaz que la simple comparación de rasgos físicos a la hora de establecer parentescos entre los grandes simios». En este punto, recuerda que en 1997 la comunidad científica decidió incluir al grupo de los grandes simios en la familia de los homínidos, junto a los humanos y sus ancestros extinguidos —neandertales, homo erectus, homo habilis, australopithecus…—.

Aunque ha sido precisamente la comunidad científica más próxima a estos animales, representada por los primatólogos, la que se ha mostrado más crítica con el texto preliminar de la ley. Miquel Llorente, profesor Serra Húnter de la Universitat de Girona, cree que el anteproyecto se caracteriza por ser «de una bajísima calidad«, consideración que hace tanto «a título personal como en representación de la Asociación Primatológica Española«, de la que fue presidente durante ocho años.

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«En la mayoría de primatólogos, no ha caído muy bien, precisamente porque no se ha tenido en cuenta a los primatólogos«, asegura. Sin embargo, también reconoce que «todo va a depender de la forma final que acabe tomando la ley».

«El documento estaba lleno de errores ortográficos, vaguedades, generalizaciones, ideas con muy poca evidencia científica…«, valora. «Yo creo que lo primero que necesita una ley como esta, si finalmente se acaba aprobando, es que esté impregnada de evidencia científica, de lo que a día de hoy se entiende realmente por bienestar animal«, prosigue, y apunta a que «no se puede aprobar una ley basada únicamente en ideas, en la ética… Eso está muy bien, pero para poder aplicarse, las ideas tienen que estar claramente definidas y operativizadas».

«Creo que no hay nadie a día de hoy que esté en contra de proteger a un grupo animal, pero se tiene que justificar muchísimo mejor», asegura, y opina que «fundamentar la protección de los grandes simios únicamente por una proximidad biológica o evolutiva es una razón muy débil», ya que «habría que justificar por qué otros primates no, o por qué tampoco otros seres vivos que son igual o más complejos que los grandes simios, como algunas especies de cetáceos».

Otra de las principales críticas que desde la Asociación Primatológica Española se hace al anteproyecto de ley presentado es que «asume al colectivo de los grandes simios como un grupo homogéneo, cuando no hay colectivo más heterogéneo dentro de los primates que el de los grandes simios«. «No tienen nada que ver, ni a nivel de comportamiento, ni de estructuras sociales, ni cultural, ni de capacidades cognitivas… Hay muchas diferencias entre ellos», expresa Miquel Llorente, quien recalca que «en el bienestar animal no valen las recetas generales».

Qué pasa con los zoológicos y reproducción en cautividad

Pero quizá el punto más controvertido del texto sea la reubicación progresiva de estos primates en santuarios o centros de rescate, lo que incluye a aquellos que se encuentran en zoológicos, aproximadamente un centenar en toda España; además de prohibir su reproducción en cautividad. La nueva norma describe como uno de sus principales objetivos «el establecimiento de unas condiciones muy rigurosas, siempre en ambientes óptimos para su desarrollo, para su tenencia o custodia, en todo caso con propósito de conservación».

«Si se prohíbe su reproducción en cautividad, hay que entender muy bien por qué se hace, proporcionar argumentos científicos. No porque me parezca mal, o porque desde unos postulados animalistas se crea que es erróneo reproducir a grandes simios en cautividad. Valorar cuáles pueden ser las ventajas y cuáles pueden ser las cosas menos beneficiosas, porque hay pros y contras. No es tan fácil como decir sí o no», censura Llorente en este sentido.

Este primatólogo recuerda que están en peligro de extinción el 100% de los grandes simios —que en realidad son siete especies: chimpancés, bonobos, gorilas occidentales, gorilas orientales, orangután de Borneo, orangután de Sumatra y orangután de Tapanuli—. Por este motivo, considera que la cría en cautividad es «una opción que no se tiene que descartar» para asegurar su viabilidad. «La conservación de una especie no solo se consigue ‘in situ’, sino que se tienen que plantear también opciones ‘ex situ’, como la cría en cautividad. Ya hemos visto el éxito que ha tenido en animales como el lince ibérico«, valora.

En España, existen tres centros de rescate o santuarios

Fundación Mona (Girona), Fundación Rainfer (Madrid) y AAP Primadomus (Alicante), en los que en total hay aproximadamente 40 grandes simios. A sus instalaciones llegan sobre todo chimpancés, procedentes de circossu empleo en estas atracciones está prohibido por la Ley de Bienestar Animal desde marzo de 2024, aunque muchas comunidades autónomas ya lo habían regulado con anterioridad—; de agencias que los incluían en anuncios publicitarios o películas, de particulares que los tenían de mascotas, de zoológicos que no podían hacerse cargo de ellos o de incautaciones de tráfico ilegal.

En general, se trata de animales «muy traumatizados», cuenta  Marta Merchán, responsable de políticas públicas de la Fundación AAP Primadomus, que gestiona uno de estos santuarios en Alicante. «Se han visto obligados a vivir en solitario durante muchísimos años, y han sido separados de su grupo, de su madre. En un entorno totalmente inadecuado, sin tener ninguna posibilidad de satisfacer sus necesidades naturales, ni biológicas, ni fisiológicas, ni etológicas», continúa detallando.

Sobre la necesidad de la futura Ley de Grandes Simios, Merchán considera que «todavía hay un número relativamente alto de estos primates en cautiverio en España, y puesto que no existe una normativa específica que regule unas condiciones estrictas en las que deban mantenerse y con qué objetivos, es muy positivo el que se abra la puerta a este proyecto de ley«.

En cuanto a la presencia de estos animales en parques zoológicos y su cría en cautividad, la representante de AAP Primadomus asegura que «el papel de los zoos es fundamental», aunque matiza que «precisamente por esta ausencia de una normativa clara, muchas veces o no hay un programa de conservación o hay programas de conservación que no están ligados a una reintroducción de los animales, por lo que realmente no están repercutiendo en la conservación a largo plazo de la especie».

«Creo que la tendencia es que desaparezca la presencia de los grandes simios en cautiverio. Que haya programas de conservación ‘ex situ’, estrictamente regulados, y en los países de origen de estos animales, donde luego sean reintroducidos en el medio salvaje. Eso es lo que tendría que ser», concluye Merchán.

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