El hidrógeno podría dejar de ganar terreno en el marco mundial con la llegada de un nuevo combustible que promete arrasar en las carreteras. Una alternativa que sorprende tanto como el curioso coche que utiliza el combustible jamás visto en la historia. Cada vez es más difícil de negar la necesidad de nuevas alternativas a los combustibles fósiles, que ya están llegando al fin de su era. La emergencia climática y las obligaciones de los tratados internacionales están frenando el uso de estas fuentes de energía más que instaladas en el mundo actual.
La emisión de gases contaminantes como el benceno-pireno, dióxido de carbono, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno y monóxido de carbono hace que la transición energética sea una necesidad inminente. El escenario global es claro y alarmante, con consecuencias palpables de la contaminación como el aumento de la producción de gases de efecto invernadero, la lluvia ácida, el calentamiento global, el deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel del mar y el incremento de lluvias torrenciales, entre otras.
Bajo estas circunstancias, el hidrógeno ha ganado una gran popularidad como sustituto de los combustibles fósiles, a tal punto que muchos lo consideran el “combustible del futuro”. Sin embargo, un nuevo combustible va a arrasar en las carreteras y podría truncar la proliferación del hidrógeno.
Este nuevo combustible frenaría el ascenso del hidrógeno
Algunos expertos aseguran que el amoníaco para uso en motores de combustión podría ser una alternativa viable a los fósiles. El año 2035 está fijado como la fecha límite para muchas regiones, entre ellas Europa, para instaurar la prohibición de la venta de vehículos con motor de combustión. En este contexto, las investigaciones no terminan en búsqueda de alternativas más allá de los vehículos eléctricos.
Un gran número de estudios y trabajos que están realizándose intentando utilizar tecnología ya existente con los motores de combustión con opciones como el metanol, el hidrógeno, e-fuels o combustibles sintéticos. Ente esas posibles soluciones también se encuentra el amoníaco, un potente producto de limpieza doméstico, empleado también para fertilizar suelos, limpiar objetos textiles, desengrasar, desinfectar, eliminar malos olores o crear fármacos.
Este posible sustituto de los combustibles fósiles podría encajar mejor con barcos o camiones, aunque algunos especialistas están poniendo el foco en el transporte de pasajeros. Sin embargo, las investigaciones se han topado con varias dificultades a la hora de implementar al amoníaco como combustible. Algunas de ellas son el propio manejo del amoníaco y la falta de estructura de repostaje.
“El amoníaco es extremadamente difícil de manejar”, advirtió hace un tiempo atrás Colin McKerracher, jefe de análisis de transporte y automoción de BloombergNEF, según registra Motor.es. Universidades como la de Sophia de Tokio trabajan para convertir el amoníaco en una opción viable. Busca que sea posible quemarlo de forma eficiente dentro de la cámara de combustión de un motor.
El ascenso del hidrógeno podría decaer con la irrupción de este nuevo combustible
El motivo por el que diferentes expertos han posado sus ojos sobre el amoníaco es que se trata de un combustible libe de carbono. Una molécula está conformada por tres átomos de hidrógeno y uno de nitrógeno. Precisamente de esta fórmula provienen sus principales problemas: su baja inflamabilidad y las elevadas emisiones de dióxido de nitrógeno.
Quienes confían en este combustible siguen investigando la posible implementación del amoníaco como combustible, al mismo tiempo que se analizan otras alternativas. De esta manera, aunque el hidrógeno haya triunfado con motores como el de Hyundai, el amoníaco podría imponerse como el próximo sustituto de los combustibles fósiles, una opción que para muchos ya tiene los días contados.