Dos de los tres alerces vivos más antiguos están en la Reserva Costera Valdiviana

Más de dos mil años tienen dos árboles de alerce (Fitzroya cupressoides) de mayor diámetro conocidos, hasta la fecha, en la Reserva Costera Valdiviana (RCV).

Así lo determinó un estudio de la Fundación Centro de los Bosques Nativos (Forecos) para The Nature Conservancy (TNC) en el contexto de una estrecha colaboración para la conservación de los bosques de alerce.

Como resultados del fechado de árboles gigantes, se estimó que uno de ellos, de 2,6 metros de diámetro a la altura del pecho, tiene una edad de 2208 años mientras que otro, de un diámetro de 3,5 metros, tiene una edad de 2051 años.

El profesor emérito de la Universidad Austral de Chile (UACH) y presidente de la Fundación Forecos, el Dr. Antonio Lara, explicó que han medido y fechado alerces en todas las regiones, constatando que estos árboles son el segundo y tercer árbol vivo más antiguos de la Cordillera de la Costa, sólo superados por el Alerce milenario en el Parque Nacional (PN) Alerce Costero, que tiene más de cinco mil años.

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Sanos y vigorosos

El cinco de mayo del 2023, el equipo compuesto por Antonio Lara y Carmen Rodríguez de Forecos y del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la UACH, junto a los guardaparques de la RCV, Erwin Ovando y Teninson Antillanca, se dirigieron al sendero Los Alerces para tomar las primeras muestras.

Tres días después, se repitió el procedimiento en el sector la quebrada, en donde participaron también Diego Aliste de Forevos, los guardaparques Marcelo Vera, Marcelo Antillanca, Danilo González y la administradora de la RCV, Liliana Pezoa.

“Estuvimos un día completo en terreno hasta que empezó a oscurecer y bajó la temperatura. Fue impactante atravesar un trecho de selva valdiviana para encontrarse con la majestuosidad de un tremendo árbol y con tanta vida. Me emocioné y le solicité permiso en forma silenciosa para conocerlo más”, recuerda Pezoa.

En total, se muestrearon 12 árboles y se obtuvieron 26 muestras en forma de tarugos extraídos en un método que no daña a los árboles.

Estos fueron escaneados en alta resolución para poder ser fechados y medidos. Debido a su diámetro y a cierto grado de pudrición hacia el centro del árbol, se desarrolló una metodología de estimación porcentual a partir de rodelas de alerce fechadas con anterioridad.

El estudio de su área basal, como indicador de incremento de biomasa y acumulación de carbono, junto con la densidad y aspecto del follaje, permitió determinar que estos árboles están sanos y “vigorosos”.

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Reserva de vida

Situada en la Cordillera de la Costa de la Región de Los Ríos, la RCV protege más de tres mil hectáreas de bosque del tipo forestal alerce.

El alerce es un árbol endémico de las regiones de Los Ríos y Los Lagos. Las grandes poblaciones se sitúan en la Cordillera de los Andes, luego en la Cordillera de la Costa y, en pequeñas poblaciones, en la depresión intermedia. En Argentina hay poblaciones escasas.

Los bosques de alerce son ecosistemas ricos y diversos en donde cohabitan especies únicas, como coigües de Chiloé y de Magallanes, canelos y mañíos, además de diversas especies de arbustos como la chaura y el coicopihue, y coligües también.

Así también, eson hogar de una gran diversidad de fauna nativa, como el zorro de Darwin, el pudú, el puma y el gato guiña, y anfibios como la ranita de Darwin.

En su lento crecimiento, el alerce retiene dentro de sí el carbono de la atmósfera captado durante siglos y ahí radica otro de sus valores de conservación.

Según un estudio de captura de carbono en bosques de alerce, de Gonzalez y otros autores, el carbono total contenido en el rodal Sendero Alerce, donde vive el abuelo árbol de más de 2200 años, es de 270 toneladas por hectárea.

Cuando un bosque de alerce es cortado o quemado, miles de toneladas de carbono vuelven a la atmósfera y un ecosistema de gran valor se pierde.

El alerce es un imán

Los bosques donde habitan estos alerces viejos, gigantes, sabios y vigorosos son uno de los objetos de conservación de la RCV y por lo que protege su hábitat natural, evitando la degradación del suelo, la deforestación y otros impactos negativos como los incendios, cuenta Pezoa, quien trabaja en la RCV desde hace 19 años.

“Esto lo hacemos a través de la conservación de toda el área, de la promoción de la investigación científica, educando y generando mayor conciencia. La reserva proporciona un refugio seguro para el alerce”.

Lara celebra el que el alerce genere tanto interés e inspire a las personas y las lleve a pensamientos profundos porque “es una especie emblemática, icónica, que arrastra la fuerza de la conservación en sí. El alerce es un imán”.

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