Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2025: la ‘agroecología’ es capaz de frenarlas

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2025: la ‘agroecología’ es capaz de frenarlas

 

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2025: la ‘agroecología’ es capaz de frenarla. El evento se alineará con el lema propuesto por la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación para el día mundial de lucha contra la desertificación y la sequía.

En esta jornada se presentará la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación y su primer Plan de Implementación, que constituyen los marcos estratégicos básicos para la planificación de las políticas y acciones de lucha contra la desertificación en España mediante la ‘agroecología’.

Además, se presentará el Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor, como ejemplo sobre el terreno de un caso de éxito en la lucha contra la desertificación y la degradación de las tierras.

En el contexto del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2025 este 17 de junio, ecologistas alertan sobre la grave situación de España, el país más vulnerable de Europa frente a estos fenómenos, y pide actuar con un cambio del actual sistema alimentario implementando la ‘agroecología’.

El 75 % del territorio español está en riesgo de desertificación y los suelos agrícolas del país presentan los niveles más bajos de carbono orgánico de toda la Unión Europea.

Aunque las lluvias recientes han mejorado temporalmente las reservas hídricas, los expertos advierten que las proyecciones climáticas indican sequías más largas e intensas, debido, entre otras causas, al aumento de la evapotranspiración por la subida de las temperaturas, y señalan un aumento de fenómenos extremos como lluvias torrenciales e inundaciones. Esto hace que nuestra agricultura y ganadería deban ajustarse a la realidad hídrica que viene por delante.

La ‘agroecología’ mejora el suelo y frena la desertificación

Para adaptar el sistema agroalimentario al escenario actual español, ecologistas han presentado este mes su Modelo Alimentario Sostenible (MAS). Según este modelo, adoptar prácticas agroecológicas* a gran escala permitiría lograr emisiones negativas en la producción vegetal: hasta 12,1 millones de toneladas de CO₂ equivalente menos, lo que representa una reducción del 124 % respecto al escenario actual.

La producción vegetal reduciría sus emisiones directas e indirectas un 88 %, y el manejo agroecológico de los suelos permitiría un secuestro adicional de carbono, alcanzando un balance de -17 millones de toneladas de CO₂eq en 2050. Esto equivale a una mejora del 895 % respecto a los niveles actuales.

Un aumento del carbono orgánico del suelo es deseable, ya que mejora la salud y la fertilidad del suelo, lo que conduce a mejores rendimientos de los cultivos y mayor resiliencia frente a la erosión y la sequía. Además, niveles más altos de carbono orgánico del suelo desempeñan un papel importante en la mitigación del cambio climático, al secuestrar dióxido de carbono, contribuyendo así a los esfuerzos globales para reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero.

La agroecología no solo hace un uso responsable del agua y mejora los suelos, sino que convierte al campo en un auténtico sumidero de carbono. Con una apuesta por un modelo justo, local y sostenible, estaremos cultivando mucho más que alimentos: empleos, biodiversidad y resiliencia.

En busca de una menor contaminación y mejor uso del agua

El Tribunal de Justicia de la UE ya ha condenado a España por no poner en marcha las medidas necesarias para afrontar la contaminación del agua por nitratos (casi la mitad de las masas de agua subterránea está contaminada por nitratos, según datos oficiales).

La transformación del modelo a 100 % ecológico bajo manejos agroecológicos, gracias a la no utilización de fertilizantes nitrogenados y a la eliminación de la ganadería intensiva, permitiría reducir un 57 % la contaminación de aguas por nitratos que hay actualmente.

Aunque se prevé un aumento de la huella hídrica azul en ambos escenarios, es decir, del volumen de agua utilizada para regadío, debido a la mayor evapotranspiración por el incremento de las temperaturas, este incremento será menor en el MAS que en un escenario continuista.

Además, los cultivos de regadío se ajustarían a los límites de las distintas demarcaciones hidrológicas, favoreciendo el desarrollo de cultivos de secano —como las leguminosas— y relocalizando aquellos que requieren mayores cantidades de agua hacia regiones donde se prevé que la escasez hídrica sea menos severa. Para 2050, se eliminarían 3.200 ha de invernaderos y 163.000 ha de regadío al aire libre, que pasarían a secano.

Frente a las sequías, que cada vez serán más intensas y prolongadas, necesitamos sistemas agrícolas resilientes. La agricultura industrial e intensiva agota acuíferos y degrada ecosistemas, mientras que la agroecología optimiza el uso del agua, se adapta mejor al cambio climático y garantiza la seguridad alimentaria a largo plazo.

Dentro de las actuaciones propuestas en el Modelo Alimentario Sostenible con la ‘agroecología’ estas son las actuaciones prioritarias:

  • Establecer políticas que favorezcan una transición total hacia la producción ecológica. Que al menos el 25% para el 2030 y el 100% para el 2050 de la producción sea ecológica, tanto en la ganadería como en la agricultura. Esta transición debe tener una dotación presupuestaria propia: un fondo de transición agroecológica.
  • Favorecer estructuras de logística y de distribución de alimentos o Food Hubs que impulsen la articulación de un modelo productivo agroecológico en el espacio rural y costero dando salida a las producciones en ecológico, que hagan factible atender con producción propia la demanda generada, priorizando la venta de productos agroecológicos y de la pesca sostenible.
  • Fortalecer la asistencia técnica y capacitación con la figura del “extensionista agroecológico”. Es esencial que los/las productoras reciban formación y apoyo técnico continuo en áreas como prácticas agrícolas sostenibles de base agroecológica, y que mejoren sus suelos y biodiversidad, para mayor sostenibilidad, competitividad y resiliencia.
  • Generar una gobernanza participativa: es necesario articular recursos y políticas públicas que impulsen la creación de redes robustas para apoyar procesos de transformación alimentaria a largo plazo, así como integrar la alimentación en políticas urbanas más amplias, como clima, vivienda, transporte y salud.

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