Hoy es el Día Internacional de Cero Desechos 2025 y tiene como objetivo promover modalidades de consumo y producción sostenibles, fomentar la transición en la sociedad hacia una economía circular y crear conciencia de la contribución de las iniciativas sobre cero desechos para la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El sector de los desechos sigue contribuyendo considerablemente a la triple crisis planetaria de: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y naturaleza, y la contaminación.
Se estima que los seres humanos generamos anualmente 2240 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, de los cuales se gestionan únicamente el 55% en instalaciones controladas.
Cada año, se pierden o desperdician alrededor de 931 millones de toneladas de alimentos, así como hasta 14 millones de toneladas de desechos plásticos invaden los ecosistemas acuáticos.
Las iniciativas de cero desechos pueden fomentar la gestión ambientalmente racional, la prevención y la reducción al mínimo de los desechos, con los objetivos de hacer frente a la triple crisis planetaria, proteger el medio ambiente, mejorar la seguridad alimentaria y mejorar la salud y el bienestar de todas las personas.
Los consumidores podemos reducir significativamente el daño medioambiental adoptando prácticas como la reutilización, la reparación y el reciclaje. Alejarse de la moda rápida e invertir en ropa de larga duración y alta calidad no solo conserva recursos, sino que también cumple los planteamientos tradicionales de sostenibilidad.
Los gobiernos desempeñan un papel decisivo al hacer cumplir los sistemas de Responsabilidad Ampliada del Productor, regular los productos químicos nocivos, invertir en infraestructuras de reciclaje e incentivar modelos empresariales sostenibles para impulsar la transición hacia una economía circular.
Día Internacional de Cero Desechos 2025
Cada vez que depositamos un envase en el contenedor amarillo, confiamos en que se reciclará y se convertirá en un nuevo producto. Sin embargo, la mayoría de los residuos terminan en vertederos, incineradoras o exportados a países con normativas más laxas.
Cada 30 de marzo, la ONU celebra el Día Internacional de Cero Deshechos, como recordatorio de la importancia de avanzar hacia modelos de producción y consumo sostenibles.
La humanidad genera 2240 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos y los sistemas de gestión no dan abasto. Casi 3.000 millones de personas carecen de acceso a una recogida adecuada.
En España, el sistema de reciclaje de envases lo gestiona una entidad privada que muchos expertos y organizaciones ecologistas critican por invertir, a su juicio, más en campañas de imagen que en soluciones., se trata de la siempre polémica ECOEMBES.
Mientras tanto, solo el 9% del plástico que se ha fabricado en la historia se ha reciclado, según un estudio publicado en 2017 en Science Advances.
El ambientólogo Alberto Vizcaíno analiza desde hace años el impacto del reciclaje en España y las estrategias de la industria para eludir su responsabilidad.
¿Los consumidores asumen la responsabilidad de la gestión de residuos?
Como no sabemos muy bien lo que pasa con ellos, los usuarios finales tenemos la responsabilidad de depositarlos donde nos diga la legislación. Es obligatorio separarlos. Los dejamos ahí y se nos queda la conciencia tranquila.
Podríamos haber evitado el residuo, pero una vez lo generamos, entendemos que la responsabilidad de lo que pasa después no es nuestra. Vivimos en un modelo de consumo que nos incita a generar todos estos plásticos.
La entidad referente del reciclaje de envases, ¿Cómo funciona?
Es una obligación legal de embajadores y distribuidores de productos envasados, que son los que deciden los residuos que generamos. Un producto podría venir a granel o en un envase reutilizable, pero viene en uno de usar y tirar.
La legislación europea estableció hace tiempo que el que ponía en el mercado productos que, con su uso, se convierten en residuos tenía que asumir el coste de recogerlos y darles un tratamiento que no fuese el depósito en vertedero. Eso es ECOEMBES, que se ha gastado mucho dinero en hacernos culpables a los usuarios finales.
¿Es adecuado que la responsabilidad recaiga en los consumidores cuando las empresas producen envases imposibles de reciclar?
Es una estrategia de marketing para seguir vendiendo envases de usar y tirar y que nosotros los compremos de esa manera. El problema es que los residuos no desaparecen. La responsabilidad legal de la recogida es de quienes los ponen en el mercado, porque generan un coste económico, social y ambiental. En la medida en que no hacen bien este trabajo y nos responsabilizan a nosotros, no están dando cumplimiento a su obligación o a su razón de ser.
¿Qué sucede con los envases después de arrojarlos al contenedor amarillo?
Antes de depositarlos en el contenedor amarillo hay un paso previo que es la capacidad de recogida. Se venden muchos productos envasados en sitios en los que no hay sistemas de recogida selectiva suficientes.
En Madrid, solo hay capacidad para recoger un tercio de los envases que se generan en un día. Y no es una ciudad sospechosa de tener pocos recursos o poca posibilidad de negociar para conseguir más contenedores. Hay una falta de inversión en infraestructura adecuada de tratamiento.
No se recogen bien, con lo cual, luego no se pueden clasificar, no se pueden separar y no se produce esa magia del reciclaje que nos venden. No hay una economía circular. La mayoría de envases que se recogen no son atractivos para la industria del reciclaje, así que acaban en vertederos o en países con legislaciones más laxas, sobre el terreno o incinerados.
¿Por qué no consiguen implantarse sistemas alternativos como el de envases retornables?
El problema es que la voluntad política la engrasa el dinero y lo tienen las grandes industrias de distribución de productos envasados. A día de hoy, el sistema de retorno no es una realidad. En España, hay una previsión legal de que se implante, pero toda la industria de distribución de producto envasado está luchando en contra de estos sistemas.
Hay un mandato legal y una industria que no es capaz de hacer los deberes. No recoge ni un tercio de lo que debería recoger para justificar su actividad. Se propone otro sistema de recogida, que ha funcionado en otros países, pero implica trasladar costes.
Ahora mismo, la industria del envase de usar y tirar ha trasladado todo el coste de la recogida y el impacto ambiental al conjunto de la sociedad. De la otra manera, lo tendría que meter en su cuenta de resultados.
Debería establecer los sistemas de recogida y garantizar que se recicla. No les interesa asumirlo, porque ahora lo pagamos entre todos, y tienen capacidad de presión política.
Si yo tengo el poder económico, puedo hacer publicidad y, al final, decido quién gobierna o no. No somos capaces de poner en valor el daño a la salud y al medioambiente, porque eso no vale nada.
Lo vemos como un problema ecologista y no de salud pública, aunque hay problemas de disrupción endocrina, respiratorios o cerebrovasculares. Como no les ponemos valor monetario, no lo utilizamos para tomar decisiones.
¿Los modelos alternativos podrían impulsar la creación de empleos verdes?
El empleo verde sale del flujo monetario de la cuenta de resultados de los grandes embajadores y distribuidores de productos envasados. Hay que asumir que el envase de usar y tirar tiene un coste y se refleja en su precio de venta del producto envasado, pero las grandes cadenas de distribución de producto envasado ven una amenaza en el establecimiento de sistemas de devolución y retorno.
Tendrían que invertir en más personal para clasificar los envases y poder comercializarlos. Eso podría generar muchos empleos verdes. El principio de ‘quien contamina paga‘ se está aplicando de manera perversa: el que contamina, paga y, como paga, puede hacer lo que quiera.
¿Por qué es tan complicado obtener datos fiables de reciclaje?
Es muy difícil de medir. Sería costosísimo hacer el seguimiento de cada envase. Los datos son estimaciones a partir del peso de los camiones que entran en las plantas de clasificación o de las toneladas de material recuperado, pero no hay un dato como tal. Sería importante saber cuántos envases se ponen en el mercado.
Es imprescindible para saber el porcentaje de reciclaje, pero las empresas distribuidoras no lo aportan porque justifican que es un secreto comercial que afecta a su actividad económica. Al final, tenemos el interés de la industria en decir que hacen las cosas muy bien frente a la realidad de que hay un montón de plástico abandonado y un coste brutal de tratamiento que no se está cubriendo.
¿Existe cierta confusión generalizada en lo que respecta a la gestión de los residuos?
Son estratagemas de la industria de envases de usar y tirar para crear conflictos interesados. Las personas hacemos las cosas lo mejor que podemos. Es la propia industria la que propicia ciertos discursos para tenernos entretenidos en debates falsos sobre el problema de la gestión de residuos.
Tal y como se están recogiendo, en algunos sitios es mejor no hacer esa distinción entre envase o no envase. ECOEMBES ha creado confusión al poner límites a lo que se tira al contenedor amarillo.
El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, desde hace un par de años recoge en la ordenanza municipal que se puede tirar al amarillo cualquier cosa de metal o plástico, fuese envase o no. Eso facilita la tarea a los ciudadanos y se quita de un plumazo la polémica.
Las perchas que vienen con la ropa, igual que las macetas que vienen con las plantas, se consideran envase. Las que compro directamente no, aunque sean de materiales similares.
Como consumidores, nos tienen que facilitar las cosas para que lo hagamos bien. Las plantas de clasificación no preguntan a las cosas si han sido envase o no. Utilizan un sistema físicoquímico para separar por materiales.
Con lo cual, no hay que complicar la vida al ciudadano ni despistarlo en debates que no son productivos.
¿Cómo funcionaría el modelo seco-húmedo de gestión de deshechos?
El modelo de seco-húmedo es todavía más fácil que todo lo demás. En la práctica, todo lo que viene de un animal o una planta, lo orgánico, va a un contenedor. Lo demás, a otro.
Ha funcionado muy bien en ciudades como Granada o Coruña. Es un sistema muy bueno porque el tratamiento tiene una eficiencia muy parecida a la del contenedor amarillo, sin meterle al usuario problemas en la cabeza a la hora de elegir contenedor. La dificultad es que en el húmedo se recogían también pañales o compresas y otras cosas que no se pueden compostar.
La Unión Europea nos ha obligado a tener un contenedor exclusivo para materia orgánica. Habría que pulir un poco el concepto de húmedo-seco y meter otro contenedor para restos. ECOEMBES se ha enredado y ha dicho que este modelo no vale para la recogida selectiva de envases, ha conseguido convencer al legislador y ha desmontado un sistema que funcionaba bien.
¿Por qué los consumidores recurrimos tanto a productos envasados con plásticos de un solo uso?
Apenas hay alternativas a las grandes superficies o a comprar en establecimientos comerciales en los que solo hay envases de usar y tirar. No hay opción. No es que te guste, es que te lo han impuesto.
La ley de residuos preveía incluir venta a granel y envases reutilizables, aunque fuera en una cantidad ínfima, para empezar a cambiar tendencias. Pero, la industria ha conseguido que esa medida no entre en vigor en España.
Por tu horario de trabajo, la organización de tu barrio y una serie de cuestiones, no tienes alternativas. Por eso, es tan importante que quienes ponen en el mercado esos productos asuman los costes que generan, porque no es una cuestión de elección.
Con mucho esfuerzo, voluntad y concienciación, puedo comprar en otro sitio o pedir en los establecimientos que acepten mis envases, pero en el día a día lo fácil, lo cómodo y lo que está sobreofertado es el producto envasado. Además, la industria es patrocinadora de muchos medios de comunicación y ‘retuerce’ la realidad, entonces, el discurso imperante es el suyo.