Los nuevos textos que han surgido de la negociaciones que se están llevando a cabo desde hace 2 semanas en el marco de la COP29 de Bakú resultan completamente decepcionantes. Las cifras de compromisos para la financiación son irrisorias y las medidas de acción climática insuficientes y poco ambiciosas.
La COP29 se encuentra ya en su recta final. A primera hora de la mañana de hoy se ha publicado una nueva ronda de textos de negociación en prácticamente todos los temas. Estos textos resultan de un esfuerzo llevado a cabo ayer por parte de la presidencia azerí, con la intención de cristalizar los consensos de la negociación hasta el momento y tener un espacio de trabajo limpio para, en sus palabras, “cerrar a tiempo y con un resultado ambicioso”. La sociedad civil y gran parte de los negociadores, sin embargo, no encuentran motivos de alegría en ninguno de estos textos, que ni son concretos ni ambiciosos ni ofrecen avances con respecto a las semanas anteriores.
En este momento del proceso, el procedimiento habitual requeriría textos moderadamente limpios en los que los ministros pudieran trabajar las cuestiones de alto nivel político, algo que no está sucediendo de momento. Para Irene Rubiera, activista del Área Jurídica de Ecologistas en Acción, “lo que estamos presenciando hoy refleja, una vez más, la fragilidad intencionada de los sistemas de derecho internacional. Las normas de procedimiento de Naciones Unidas son imperfectas porque fueron diseñadas por actores interesados en aprovechar sus vacíos y defectos, y esto impide que el Derecho ejerza toda su fuerza necesaria en el contexto de las negociaciones”.
COP29: ¿de qué financiación hablamos?
Los nuevos textos de la presidencia no incluyen ningún objetivo concreto de financiación. En la sección de las decisiones políticas no existe en estos momentos ningún avance real, ya que el trabajo de la presidencia se ha limitado a reducir las opciones de las más de 25 páginas con las que se cerró la semana técnica.
En el texto persisten las mejores y las peores opciones, que muestran lo alejadas que siguen las posiciones de los países. En ese sentido, en los artículos sobre la cantidad a aportar siguen persistiendo dos posibilidades: una que incluye que la financiación tiene que estar basada en fondos públicos y otra en la que se habla de incorporar numerosas y variadas fuentes de financiación, que no se especifican.
Como señalan los países del G77+China, el grupo ha trasladado con tiempo las necesidades concretas que tendrán en los próximos años, que se cifran entre 4 y más de 6 millones de millones de dólares anuales (trillions, en inglés). Para Javier Andaluz, coordinador de Clima y Energía de Ecologistas en Acción: “La hipocresía con la que avanzan las negociaciones es evidente«.
Mientras los números de las necesidades del Sur global están claros con el nuevo texto, la incapacidad del Norte global de dar una cifra es un insulto al proceso que se acordó en París”. Andaluz añade: “Es cuando menos irresponsable seguir manteniendo el foco en otras fuentes de financiación, desoyendo a la sociedad civil y a muchos países exigir que el corazón de la financiación debe ser público y que el Norte global debe de dejar de distraer con debates estériles que minan la integridad del proceso”.
Este es el caso de la Unión Europea, que en plenas negociaciones sobre la financiación climática sigue sin confirmar ni desmentir la cantidad que se va a poner sobre la mesa por su parte como aportación al Nuevo Objetivo Colectivo y Cuantificado (NCQG por sus siglas en inglés). Las recientes cifras filtradas por Político, que sugieren una cantidad irrisoria de entre 200 y 300 mil millones de euros, han provocado una oleada de consternación entre la sociedad civil y los negociadores del Sur global.
Una cifra que no significaría ningún aumento sobre el acuerdo de 100.000 millones alcanzado en 2009. De hecho, si se considera la inflación y se actualiza ese objetivo a día de hoy, el esfuerzo comprometido habría ascendido a casi 190.000 millones1, eso sin contar la posible inclusión en el fondo de otras líneas de financiación contempladas. La cifra final, que será la que determine el éxito o fracaso de esta cumbre, ha recibido a lo largo de estos últimos meses muchas propuestas distintas.
De cara a aclarar los conceptos en discusión, es bueno tener en cuenta las siguientes tablas de comparación:
- Cantidades de referencia para el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado
- La cantidad identificada del coste de la transición – 5 millones de millones – $5 trillones americanos.
- La propuesta de la sociedad civil para el quantum del NCQG – 1 millón de millones – $1 trillón americano.
- La cantidad que propone Fiji – 1,3 millones de millones – $1,3 trillones americanos.
- Lo que pide el grupo AOSIS – 6,8 millones de millones– $6,8 trillones americanos.
- Fondo Verde para el Clima (2009) – 100.000 millones – $100 billones americanos.
- Fondo Verde para el Clima (actualizado a inflación, 2024) – 190.000 millones – $190 billones americanos.
- Aportación de la UE al Fondo Verde para el Clima hasta la fecha – 28.600 millones – $28,6 billones americanos.
En las negociaciones de la COP29, el único punto en el que todas las partes están de acuerdo (o al menos así se ha dicho en sus discursos) es la siguiente frase sobre cómo debe crecer la financiación: pasar de miles de millones a millones de millones (from billions to trillions). Ello supondría, comparando con las aportaciones y las cifras del marco del Fondo Verde para el Clima, multiplicar por mil las aportaciones. En el caso de la UE, supondría pasar de una aportación de 28.600 millones a 286 mil millones (286 US billion).
¿Qué hacemos con tan poco?
Lo que está pidiendo la sociedad civil supondría aproximadamente un 1,4% del PIB de la UE. Una cifra menor que los compromisos asumidos por los Estados miembros para la financiación de la OTAN, que alcanza el 2% de su PIB. Por comparar, el gasto mundial en ejércitos y armamento ronda también la cifra de trillones (americanos) de la que se habla en Bakú.
La cifra de inversiones y ayudas a los combustibles fósiles, según Naciones Unidas, está en 7 trillones. Lo que se plantea desde la sociedad civil, a grandes rasgos, es que los países ricos se comprometan anualmente a aportar a la lucha contra el cambio climático aproximadamente un 1,43% de su PIB. Aterrizando en el contexto español, para el Estado esto supondría dedicar a la lucha contra el cambio climático dos veces lo que va a dedicar a paliar los daños de la DANA de Valencia.
Por otra parte la sociedad civil también habla de afrontar esta cifra desde la fiscalidad y es que, por dimensionar también desde el contexto español, el 31% de los beneficios (después de impuestos) del IBEX35 serían equivalentes a la aportación de España a la financiación climática internacional.
Carmen Duce, coordinadora confederal de Ecologistas en Acción, resume: “Estamos hablando de cantidades muy grandes, pero es una cuestión de voluntad política, decidir a qué dedicamos los recursos, si a garantizar la vida y el futuro del planeta o a ahondar en una carrera suicida y ecocida para beneficio de unos pocos”.
Poca ambición
Los textos sobre mitigación, es decir, sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), son mucho menos ambiciosos de lo que deberían. Por una parte, el punto de agenda sobre los NDC (Nationally Determined Contributions), que fijan los esfuerzos de cada país para mitigar los efectos de la crisis climática, trataba de definir algunas orientaciones adicionales sobre las características que estos documentos deben tener para ser efectivos. Una vez más, no se ha podido llegar a un acuerdo sobre esto en la cumbre y, como pronto, se hablará en junio de 2025 en la cumbre de Bonn.
Preocupa especialmente que se plantee retrasar este debate a 2027 ya que la sociedad civil no puede permitirse más retrasos en una situación de emergencia climática. En esta cumbre se esperaba que se llegara a un acuerdo sobre el “Mitigation Work Programme”, que complementara el proceso del Balance Mundial y aumentase la ambición de los países en términos de mitigación, pero tampoco ha sucedido. Tras el bloqueo de la primera semana, el éxito ha sido poder seguir negociando, pero en la última propuesta de texto se han eliminado la mayor parte de los elementos sustanciales.
Sofía Fernández, activista del Área de Clima y Energía de Ecologistas en Acción, expone: “Consideramos esencial romper la falsa narrativa que esta cumbre está promoviendo, que presenta la financiación y la mitigación como opuestas. Es imprescindible avanzar tanto en financiación como en mitigación, ya que ambas son interdependientes: sin financiación no es posible implementar medidas de mitigación, y sin objetivos claros y ambiciosos de mitigación, no tiene sentido asignar financiación. Necesitamos medidas ambiciosas de mitigación y flujos de financiación públicos suficientes”.
Por último, la propuesta de transición energética fuera de los combustibles fósiles, aunque refuerza los acuerdos alcanzados en la última cumbre, corre el riesgo de desaparecer de las discusiones de la COP29. Esto supondría un claro retroceso en la lucha contra el cambio climático.
En definitiva, la COP29 ha comenzado como todas las reuniones de este tipo: con muchas esperanzas pero con un justificado escepticismo y lamentablemente no ha defraudado a los más pesimistas. Cuantos eventos más como la DANA de Valencia se necesitan para que se tome conciencia del peligro que corremos por causa de un cambio climático que hemos acelerado y al que parece que no pensamos poner coto.