La exigua ambición de los países del norte global fuerza un documento final que deja a los más pobres sin recursos suficientes frente a la crisis climática. Es decepcionante el objetivo de alcanzar 300.000 millones de dólares en 2035, muy lejos del billón de dólares demandado por la sociedad civil. La organización destaca que la decisión final mantiene la estéril exigencia de abandono progresivo de los combustibles fósiles de la COP28, aunque sin avances. Por si fuera poco, no recoge los impuestos a la industria fósil, y el acuerdo sobre mercados de carbono permite a estas empresas comprar el derecho a seguir contaminando.
La COP29 concluye con un nuevo objetivo de financiación climática internacional muy decepcionante, de tan sólo 300.000 millones de dólares, muy alejado del mínimo necesario de al menos 1 billón y sin que sea íntegramente de financiación pública. Aunque sin avances, es positivo que se haya reafirmado el compromiso del año pasado por el que se pedía a todos los países una transición para dejar atrás los combustibles fósiles.
El objetivo de financiación aprobado es claramente insuficiente viendo la desesperación, la gravedad de la crisis climática y la comparación con la financiación que se necesita para acción climática en todo el mundo. Se demandaba 1 billón de dólares al año de financiación pública, y se han aprobado sólo 300.000 millones de financiación pública, más ‘privada-movilizada con financiación pública‘, lo que supone una diferencia enorme y dramática. Lo que necesitan los países del sur global son subvenciones, pero este acuerdo abre la puerta también a créditos y financiación privada, lo que aumentará la deuda del sur global y no resuelve los problemas a los que la crisis climática les enfrenta.
No podemos olvidar que los verdaderos culpables están en la industria de los combustibles fósiles, origen de la destrucción de la naturaleza y la desesperación de las poblaciones que sufren la crisis climática, que se esconde detrás de la baja ambición climática de los Gobiernos. No se puede permitir su presencia en estas cumbres: los líderes mundiales deben tener la valentía de ponerse en el lado correcto de la historia.
La gente está harta y desilusionada. Es desesperante ver a lo que nos está llevando la codicia y corrupción de unos pocos. En las últimas semanas hemos sufrido en España una DANA que nos ha mostrado la peor cara de la crisis climática en forma de eventos meteorológicos extremos que literalmente arrasan campos, ciudades, hogares y vidas humanas.
Esta cumbre ha sido una absoluta vergüenza
No podemos permitirnos seguir retrasando una acción contundente para frenar el cambio climático. Ya podemos decir que esta cumbre ha sido una absoluta vergüenza. Pero persistiremos y resistiremos porque esta es la lucha por nuestro presente y nuestro futuro. No nos vamos a rendir. Mientras miramos hacia la COP30 en Belem, debemos aferrarnos a la esperanza, una esperanza que está firmemente anclada en una multitud de personas, que cada vez con más fuerza reclama ambición y justicia climática.
Si los países del norte global argumentan que no hay suficientes fondos públicos para financiación climática internacional, hay que recordar los miles de millones de dólares que obtienen de beneficio cada año las compañías de petróleo y gas; les tenemos que pasar la factura de la crisis climática que han provocado. La industria de los combustibles fósiles se ha librado de toda responsabilidad y se reirá mientras sale de la cumbre, con sus bolsillos llenos de subvenciones públicas. El único atisbo de esperanza que nos queda es el acuerdo para desarrollar una hoja de ruta para aumentar la financiación en la COP30: debe ser una hoja de ruta para hacer que el que contamina pague, y así aumentar considerablemente la financiación climática internacional.
En cuanto a la mitigación: El elefante en la habitación son los productores de combustibles fósiles que bloquean el progreso en las cumbres del clima. Es alarmante cómo se han estancado los avances en materia de mitigación, pero, a pesar de que los grupos de presión de los combustibles fósiles están muy presentes en estos pasillos, hemos evitado que se produzcan retrocesos en la decisión de la COP28 de dejar atrás los combustibles fósiles.
Sin embargo, con el empeoramiento de los ciclones tropicales, los incendios forestales sin precedentes, una sequía histórica y un calentamiento de los océanos nunca visto, el movimiento mundial por el clima está más decidido que nunca. ¡Nuestro futuro y el de nuestra infancia está en juego! La fecha límite del próximo año para presentar los planes climáticos hasta 2035 debe servir como punto de inflexión en nuestra lucha climática para ofrecer un esperanzador aniversario del Acuerdo de París.
Los mecanismos de mercado de carbono acordados en la COP29 no son una fuente de financiación climática verdadera: van a ser una falsa solución que usará la industria de los combustibles fósiles, permitiéndole seguir emitiendo. Las normas aprobadas son una estafa climática: se debería hacer pagar a los contaminadores para que limpien el desastre que siguen causando, pero en lugar de eso se les da carta blanca para seguir emitiendo. Bakú va a ser tristemente famosa por ser la COP de las compensaciones de carbono, porque los mercados de carbono aprobados tienen muchos agujeros jurídicos y no contienen garantías suficientes.
Aun así, no todo está perdido: vemos que a nivel mundial cada vez se entiende más la relación entre clima y biodiversidad y se ve la necesidad de construir puentes entre las cumbres internacionales de ambos temas. La COP30 de Belem, en el Amazonas, será la ocasión de conectar las luchas por el clima y por la biodiversidad. Esperamos que Brasil muestre un verdadero liderazgo climático mundial. Persistiremos en nuestras demandas.