El Cerrado es una región de sabana arbolada que hoy ocupa alrededor del 20 % de Brasil, una superficie cuatro veces mayor que la de Francia continental. Alberga casi el 5 % de la biodiversidad mundial y es uno de los sumideros de carbono más importantes del planeta. Pese a ello, es una región poco conocida internacionalmente, a diferencia de su vecina, la selva amazónica.
Sin embargo, más que ninguna otra región del mundo, el Cerrado está siendo dañado por la actividad humana. El 50 % de la sabana ha sido destruida desde finales de los años 90 por la agroindustria, que quema la vegetación para obtener tierras de cultivo.
Para justificar esta devastación, a menudo se argumenta que las sabanas siempre han sufrido incendios en el pasado y están adaptadas al fuego. Pero no se trata en absoluto de los mismos tipos de incendio. Los incendios de origen natural no tienen las mismas consecuencias que los provocados por la deforestación.
En medio de estos desastres que llegan de la mano del ser humano, los científicos aun siguen descubriendo diferentes especies en uno de los puntos de biodiversidad mas importantes del mundo entero.
Brasil: El Cerrado sigue sorprendiendo
Una nueva especie de serpiente loro permaneció oculta durante casi nueve años en una colección científica de Brasil. Se parecía mucho a especies relacionadas, con brillantes tonos verdes y amarillos. Pero un detalle la distinguía: una llamativa franja negra que recorría su hocico, a modo de bigote.
Al observarla más de cerca, los científicos sospecharon que podría estar destacando demasiado. “Inicialmente pensamos que se trataba de una especie conocida”, declaró el biólogo Diego Santana, coautor de un estudio reciente sobre la serpiente y estudiante de doctorado en la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul. “Pero al examinar su ADN y morfología, nos dimos cuenta de que se trataba de algo nuevo“.
Ahora llamada Leptophis mystacinus, del griego mystax, que significa “bigote”, la serpiente fue reconocida como especie única en enero de 2025. Con una longitud de hasta 86 centímetros (34 pulgadas), no es venenosa y es arborícola. Caza pequeñas lagartijas y aves entre las ramas de los árboles.
Los investigadores sospechan que la especie podría ser endémica del Cerrado brasileño, una sabana tropical en declive que, a pesar de su destrucción, sigue siendo uno de los biomas con mayor biodiversidad del planeta.
“La serpiente depende de formaciones forestales específicas que ya son escasas y, dado que el bioma se está destruyendo rápidamente, es probable que se encuentre bajo cierta amenaza”, declaró Santana, añadiendo que aún no existen estimaciones de población para la serpiente loro.
Equilibrio ecológico
Como depredadores de pequeños vertebrados, las serpientes ayudan a mantener el equilibrio ecológico. Sin ellas, las poblaciones de plagas pueden aumentar rápidamente, impactando negativamente la agricultura y el ecosistema nativo.
“Su papel en el control de estas poblaciones es crucial, absolutamente crucial”, añadió Santana. “Y depredadores como ellas suelen ser los primeros en verse afectados cuando se destruyen los ecosistemas”.
Mercedes Bustamante, bióloga especializada en el Cerrado de la Universidad de Brasilia, enfatizó que el bioma del Cerrado limita con la selva amazónica, el Pantanal y el Bosque Atlántico. Estas zonas de transición albergan una abundante biodiversidad única y especies endémicas.
“Necesitamos estudiar las áreas inexploradas del Cerrado y frenar la deforestación, o podríamos perder especies incluso antes de saber que existen”, declaró Bustamante.
Los científicos continúan documentando nuevas especies en la sabana del Cerrado cada año. En 2024, los investigadores identificaron un nuevo árbol con flores blancas que alcanza los 11 metros de altura. También se encontraron dos nuevas especies de sempre-vivas, “flores eternas”, emblemáticas del bioma, que ya han sido clasificadas como en peligro de extinción.
“Definir una nueva especie es fundamental para comprender la biodiversidad”, afirmó Santana. “Cada nueva especie que describimos nos ayuda a comprender mejor la evolución del bioma y la ecología de sus comunidades”. Shanna Hanbury – Mongabay