El supercomputador más potente de Chile va a predecir los efectos del cambio climático en la Antártica

El supercomputador más potente de Chile, es el equivalente 25.000 notebooks que permiten trabajar con set de datos de gran tamaño, o complejos, y que está contribuyendo al estudio de la biodiversidad en territorios australes como Punta Arenas, Puerto Williams y la Antártica.

Se trata del supercomputador Guacolda-Leftraru, que se encuentra en el Laboratorio Nacional de Computación de Alto Rendimiento (NLHPC), que, a través de una colaboración con el Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE), procesa datos de biodiversidad en un esfuerzo de conservación que busca describir y predecir la distribución dinámica de las especies en un contexto de crisis climática.

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El supercomputador más potente de Chile y la Antártica

El Dr. Guillaume Schwob, investigador postdoctoral francés de Milenio BASE estudia la Ecología Microbiana y explica que en el estudio de microorganismos se emplea el NLHPC para poder definir cuáles son las especies bacterianas que viven en el continente blanco.

“Cuando trabajamos con microorganismos, recuperamos desde el ambiente (que puede ser abiótico como el suelo, sedimento de lago, agua de mar, o biótico como efectos de la presencia de animales, plantas o líquenes), pequeños fragmentos de ADN. Estos fragmentos son secuencias de cuatro letras y que tienen un tamaño aproximado de unas 400. Esto es muy importante porque el orden de las letras nos permite definir cuáles son las especies microbianas que viven en la Antártica”, dice.

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El experto subraya que procesar datos de gran volumen requiere el uso de supercomputadores, como el NLHPC: “Por ejemplo, en nuestro último estudio teníamos 47 millones de secuencias que fueron analizadas. Y si hubiésemos querido escribir estas secuencias en hojas de papel habría sido el equivalente de 2 millones de páginas que se extenderían desde la ciudad de Punta Arenas hasta la base chilena Julio Escudero en isla Rey Jorge, en la Antártica, en una extensión cercana a los 1.200 kilómetros”, subraya.

En la actualidad, el uso de datos de biodiversidad permite avanzar hacia la exploración de preguntas sobre conservación y efectos del cambio climático en la Antártica.

Pero ¿cómo los datos ayudan a ello? A través de la descripción de especies, conociendo de qué forma llegan a lugares aislados, poco explorados y cuáles son las condiciones ambientales que les permiten permanecer en esos lugares, así como predecir cómo la distribución de estas especies van a cambiar en el futuro, en respuesta al cambio climático: ¿Las especies se podrán adaptar?

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