Desperdicio alimentario: todas las ‘claves’ para reducirlo

Desperdicio alimentario: todas las ‘claves’ para reducirlo

 

Se puede definir el desperdicio alimentario como aquellos productos agrícolas y alimentarios descartados de la cadena alimentaria que siguen siendo perfectamente comestibles y adecuados para el consumo humano y que, a falta de posibles usos alternativos, terminan desechados como residuo.

El desperdicio alimentario se ha convertido en una preocupación a nivel mundial, y éste es generado en distintas etapas a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo.

Por lo tanto, abordar el problema requiere actuar en todas esas etapas, tanto en la prevención como en la reutilización de los que se generen de forma inevitable.

A nivel mundial, se desperdician o pierden alrededor de un tercio de los alimentos que se producen. Las tasas más altas de desperdicio se sitúan en el 40–50% para tubérculos, frutas y hortalizas; 35% para pescado; 30% para cereales, y 20% para semillas oleaginosas, carne y productos lácteos.

Como medidas de prevención del desperdicio alimentario, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) está trabajando junto con los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil para crear conciencia sobre los problemas que genera e implementar acciones para abordarlos.

Se están desarrollando políticas encaminadas a reducir la ‘pérdida y el desperdicio de alimentos’

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que un tercio de los alimentos producidos anualmente en el mundo se desechan.

Según el Informe sobre el índice de desperdicio de alimentos 2024, publicado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2022 se desperdiciaron 1.050 millones de toneladas de alimentos a escala mundial, de las cuales el 60 % se generó en los hogares.

Estas cifras son representativas de los países con ingresos altos y medios, pero la falta de datos en aquellos con ingresos bajos dificulta una representación precisa de estos países.

Los datos mundiales también están en línea con los de Eurostat, la agencia estadística de la Unión Europea, que observó que el 54 % del desperdicio alimentario se produce en los hogares, porcentaje que equivale a 72 kilogramos por habitante.

Más concretamente, en Cataluña, según la Agencia de Residuos de Cataluña, el desperdicio se sitúa en unos 35 kilogramos por persona (por debajo de la media europea por habitante), que equivalen al 7 % de los alimentos adquiridos.

En cualquier caso, los hogares son la principal fuente de desperdicio alimentario y es urgente tomar medidas para disminuir estas cifras. En este artículo se explica qué es el desperdicio alimentario y se ofrecen varios consejos para evitarlo. ¡Toma nota!

¿Qué es el desperdicio alimentario, no se debe confundir el desperdicio con las pérdidas de alimentos?

El desperdicio alimentario hace referencia a los alimentos seguros y nutritivos que se descartan o se destinan a otros usos diferentes de la alimentación humana o animal a lo largo de toda la cadena alimentaria. No se debe confundir el desperdicio con las pérdidas de alimentos, que se producen cuando los alimentos se quedan en las explotaciones agrarias y se reincorporan al suelo o se compostan in situ.

Reducir el desperdicio alimentario no es solo una cuestión moral, sino que también tiene beneficios ambientales. Actualmente, el desperdicio de alimentos genera entre el 8 % y el 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Esto supone casi 5 veces las emisiones totales del sector de la aviación. Y mientras esto pasa, 783 millones de personas sufren de hambre, un tercio de la población mundial se enfrenta a la inseguridad alimentaria y los precios elevados de los alimentos son una preocupación creciente.

Si pudiéramos aprovechar los alimentos que desperdiciamos, podríamos proporcionar 1,3 comidas diarias a todas las personas que pasan hambre en el mundo.

El desperdicio alimentario no solo tiene un impacto ambiental, sino también económico: se calcula que supone una pérdida de miles de millones de euros anualmente a escala mundial.

Esta pérdida afecta tanto a las economías familiares como a las nacionales, puesto que el dinero gastado en alimentos que finalmente se tiran podría utilizarse para otras necesidades.

Así, se trata de un problema global que requiere acciones urgentes y coordinadas. Los Estados miembros de la Unión Europea se han comprometido a reducir el desperdicio de alimentos un 10 % en los sectores de transformación y fabricación, y un 30 % per cápita en los ámbitos del detalle y el consumo (restaurantes, alimentación y hogares) antes de finales de 2030.

Estas medidas no solo ayudarán a preservar los recursos naturales y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también contribuirán a garantizar la seguridad alimentaria y a promover una economía más sostenible y justa.

Consejos para evitar el desperdicio alimentario

En casa

  1. Planifica bien las comidas: elabora una lista de las comidas que vas a preparar durante la semana.
  2. Utiliza las sobras: da una segunda vida a los alimentos que han sobrado de una comida. Por ejemplo, las verduras cocidas pueden convertirse en una deliciosa sopa o puré, y la carne sobrera puede utilizarse para hacer bocadillos o ensaladas.
  3. Conoce las fechas: la fecha de consumo preferente hace referencia a la calidad, mientras que la fecha de caducidad indica la seguridad. Los alimentos con fecha de consumo preferente pueden ser seguros para comer después de esta fecha, aunque pueden haber perdido parte de su sabor o textura. En cambio, los alimentos con fecha de caducidad no se deben consumir después de esta fecha por motivos de seguridad.
  4. Utiliza platos más pequeños: sírvete en platos más pequeños y repite si hace falta.
  5. Congela: guarda porciones preparadas en el congelador a una temperatura de -18 °C. Asegúrate de etiquetarlos con la fecha de congelación para utilizarlos antes de que pierdan calidad.
  6. Almacena correctamente: sigue las instrucciones de almacenamiento y mantén la nevera entre 1 °C y 4 °C.
  7. Sé consciente de lo que tienes: haz un inventario de los productos y alimentos que tienes en la despensa y en la nevera. Esto te ayudará a utilizar los alimentos que hay en casa antes de comprar alimentos nuevos, lo que evita compras innecesarias.
  8. Rota los alimentos: utiliza primero los alimentos más antiguos o que caduquen antes.

En las tiendas o mercados

  1. Haz una lista de la compra: compra solo lo que necesites.
  2. No compres con hambre: esto te ayudará a evitar compras impulsivas. Cuando tienes hambre, es más probable que compres alimentos que no necesitas o en cantidades excesivas.
  3. Compra la cantidad justa: elige la medida de embalaje adecuada o alimentos a granel para adquirir solo la cantidad que necesitas.
  4. Elige frutas y verduras imperfectas: suelen tener descuento y son igual de buenas.

En el trabajo, la escuela o la universidad

  1. Pide la porción adecuada: en la cantina, pide la cantidad que realmente vayas a comer.
  2. Controla la nevera de la oficina: echa un vistazo a la nevera o la cesta de fruta de la oficina para que los alimentos no se echen a perder.
  3. Comparte consejos: difunde tus ideas de prevención del desperdicio entre tus compañeros y compañeras para inspirar a otras personas a adoptar prácticas similares y crear una cultura de sostenibilidad en el trabajo, la escuela o la universidad.

En cafés, restaurantes y hoteles

  1. Llévate las sobras: pide una fiambrera para llevarte lo que no te acabes.
  2. Utiliza platos más pequeños: sírvete en platos más pequeños y repite si hace falta.
  3. Gestiona las expectativas: sé consciente de la disponibilidad de los alimentos según la hora del día.

Cuatro iniciativas fundamentales para hacer frente al desperdicio alimentario

  1. Donación de alimentos. Es una pieza clave en la lucha contra el desperdicio alimentario y un ámbito prioritario del plan de acción de la Unión Europea. A pesar de que el objetivo principal es evitar la generación de excedentes a lo largo de la cadena de suministro, cuando estos excedentes se producen y los alimentos son seguros y aptos para el consumo humano —es decir, cuando cumplen con una serie de normas higiénicas y de seguridad— el mejor destino es ponerlos a disposición de las personas que más lo necesitan. Facilitar la donación de alimentos no solo ayuda a reducir el desperdicio, sino que también contribuye a combatir la inseguridad alimentaria y a fomentar una sociedad más solidaria y justa. Es una oportunidad para transformar los excedentes en esperanza y apoyo para aquellos que lo necesitan. En cambio, los alimentos que ya no son aptos para el consumo humano se pueden utilizar para alimentación animal, cuando sea seguro hacerlo.
  2. Economía circular. Además de la donación de alimentos, hay varias formas innovadoras de reducir el desperdicio alimentario y aprovechar los alimentos. Una de estas formas es la extracción de nutrientes de los residuos alimentarios para crear fertilizantes naturales que pueden utilizarse en la agricultura para enriquecer el suelo y mejorar la producción de cultivos. También se pueden transformar los excedentes alimentarios en biogás, una fuente de energía renovable que puede sustituir los combustibles fósiles. Además, los residuos orgánicos se pueden compostar para producir compuesto, lo que reduce la necesidad de fertilizantes químicos y mejora la salud del suelo. Estas prácticas ayudan a promover la sostenibilidad y la resiliencia del sistema alimentario, ya que cierran el ciclo de los recursos y minimizan el impacto ambiental.
  3. Nuevas tecnologías. Están desempeñando un papel relevante en la reducción del desperdicio alimentario. Por ejemplo, aplicaciones móviles como Too Good To Go, Coometas – Salva alimentos, weSAVEeat o Tapper conectan establecimientos que tienen excedentes alimentarios con consumidores dispuestos a comprar estos productos a precios reducidos, lo que evita que se tiren. Además, hay otras aplicaciones móviles, como Expire, que ayudan a gestionar las fechas de caducidad de los alimentos. También se han desarrollado sensores inteligentes para la conservación de alimentos, que pueden monitorizar la frescura de los productos y avisar cuando es el momento de consumirlos (lo que prolonga su vida útil), y plataformas como Naria, que conectan excedentes alimentarios con organizaciones benéficas. Estas son algunas de las innovaciones que están ayudando a reducir el desperdicio.
  4. Educación y la sensibilización. Los programas educativos en escuelas, las campañas de sensibilización pública y la promoción de cambios en los hábitos de consumo actuales son fundamentales para cambiar los hábitos de consumo y compra de alimentos. Por lo tanto, se han convertido en un pilar fundamental en la lucha contra el desperdicio alimentario. Es importante que las personas seamos conscientes del impacto del desperdicio alimentario y aprendamos a gestionar mejor los alimentos.

Con las herramientas que tenemos a nuestro alcance podemos transformar la manera en la que producimos, consumimos y gestionamos los alimentos para contribuir a un futuro más sostenible y justo.

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