Biodiversidad, estabilidad de los ecosistemas y uso intensivo del suelo

Biodiversidad, estabilidad de los ecosistemas y uso intensivo del suelo

 

En una investigación reciente, se ha estudiado la forma en la que los usos del suelo afectan a la estabilidad de los ecosistemas, su capacidad para mantenerse en equilibrio frente a condiciones como el uso intensivo del suelo o el cambio climático global.

La investigación la ha llevado a cabo un equipo internacional donde ha participado el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), entidad conjunta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Valencia (UV) y la Generalitat Valenciana, en España todas estas instituciones. El CIDE es el único centro de investigación español que participa en este estudio, donde colaboran científicos de Alemania, Suiza y República Checa.

Entre los hallazgos hechos en este estudio, destaca el de que las características funcionales de las plantas, como las estrategias que utilizan para crecer y aprovechar recursos, tienen un papel crucial en la forma como los ecosistemas responden a cambios en el uso del suelo.

Para realizar este estudio, sus autores utilizaron información de organismos de varios niveles tróficos, los escalones que representan cómo obtienen su energía y nutrientes los seres vivos de un ecosistema, que habitan en 300 lugares (praderas y bosques) repartidos entre el norte, centro y sur de Alemania. Los datos analizados fueron recopilados durante 13 años mediante la iniciativa “Biodiversity Exploratories”, una plataforma de investigación abierta, financiada por la Fundación Alemana de Investigación.

“Nuestro estudio ha mostrado por primera vez cómo los cambios en las características de las plantas, incluyendo el modo en que utilizan los recursos, pueden influir en la estabilidad de los ecosistemas. Los cambios en el uso del suelo, como la agricultura o la urbanización, afectan a la variabilidad de las especies dominantes, las más comunes en un ecosistema, y esto impacta en el equilibrio de todo el ecosistema”, explica Marta Gaia Sperandii, del CIDE y primera autora del estudio.

“Este efecto no ocurre solo dentro de un grupo específico de plantas, sino que afecta también a otros organismos como insectos o animales, que dependen de ellas. Así, la diversidad de plantas y sus estrategias para aprovechar los recursos naturales juegan un papel clave en la estabilidad de los ecosistemas a lo largo del tiempo”, asegura la investigadora.

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El estudio ha utilizado datos de varias zonas de Alemania como la de la imagen. (Foto: Biodiversity Exploratories)

El equipo de investigación encontró que las plantas con estrategias ‘adquisitivas’, aquellas que crecen rápido y consumen muchos recursos, son las principales mediadoras de estos efectos. Así, cuando se intensifica el uso del suelo, la explotación intensiva para agricultura, ganadería o construcción, se observa un incremento de este tipo de plantas. “Serían como estrellas de rock que viven rápido y dejan un bonito cadáver”, pone como ejemplo Francesco de Bello, investigador del CIDE que participa en el estudio. “Este tipo de plantas ‘oportunistas’ hacen que el ecosistema sea más inestable”.

El estudio pone de manifiesto que el equilibrio de los ecosistemas no depende solo de la cantidad y variedad de especies que los componen y de sus relaciones, sino también del papel que juegan las distintas especies en el mantenimiento de dicho equilibrio. “Los animales y las plantas exhiben una extraordinaria variabilidad en sus características funcionales y morfológicas, incluyendo diferencias en tamaño, peso, forma, capacidad reproductiva o estrategia de uso de los recursos”, argumenta el investigador del CIDE. “Estos rasgos funcionales determinan el papel que juegan las especies en los ecosistemas, y por, tanto en su estabilidad”, resume.

Además, el trabajo destaca que, para entender mejor los cambios en los ecosistemas, es fundamental mirar las interacciones entre diferentes niveles tróficos, como plantas y artrópodos. Esto podría ayudar a diseñar estrategias de manejo del suelo más sostenibles, que preserven tanto la biodiversidad como las funciones esenciales de los ecosistemas. Al identificar qué rasgos de las comunidades vegetales son más sensibles, los investigadores ofrecen nuevas estrategias para proteger los ecosistemas ante los cambios asociados a la actividad humana o los efectos del cambio climático global.

Sobre la aplicación de este tipo de estudios en España, De Bello recuerda que hacen falta series temporales de datos mantenidas en el tiempo, que son costosas de obtener porque necesitan una sólida y compleja organización para la recogida de datos financiada durante décadas. Es algo que desde el CIDE tratan de hacer mediante la Red Bioclima, una iniciativa financiada por la Generalitat Valenciana para estudiar la respuesta de la biodiversidad frente al cambio climático en varios ecosistemas terrestres típicos del territorio valenciano, mayoritariamente situados en Parques Naturales.

El estudio se titula “Functional traits mediate the effect of land use on drivers of community stability within and across trophic levels”. Y se ha publicado en la revista académica Science Advances. (Fuente: CSIC)

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