Desde la organización Amigos de la Tierra le reclaman a los países del Norte global que, de manera urgente contribuyan a la financiación climática y que lo hagan en consonancia con la deuda climática que han generado, su responsabilidad histórica como naciones contaminantes y de acuerdo a las necesidades reales que tienen los países del Sur.
La primera semana de la cumbre climática COP29 en Bakú, Azerbaiyán, ha estado dedicada a las negociaciones técnicas cuyo propósito debería haber sido adelantar y facilitar los acuerdos finales que tendrán lugar en esta segunda semana. Sin embargo, ha finalizado con obstáculos a la financiación climática, donde los países industrializados reniegan una vez más de su responsabilidad incuestionable de financiación climática pública.
Y con una decisión apresurada y antidemocrática – fruto del gran lobby financiero y el apoyo de países del Norte Global- de aprobación de las normas de los mercados de carbono. Estas negociaciones siguen su desarrollo durante esta segunda semana sin muchas esperanzas en acuerdos acordes con la justicia climática.
En mitad de las negociaciones, la sociedad civil está realizando actos para denunciar al gran lobby fósil presente en esta COP29, 1.773 lobbistas acreditados, según el informe de Kick Big Polluter Out, así como para mostrar su apoyo y solidaridad con Palestina.
No hay justicia climática sin una financiación acorde
La COP29 considerada como la “COP de la financiación climática” está muy lejos de hacer honor a su nombre y mucho menos de llegar a un acuerdo que contemple la justicia climática. Los países del Norte están tratando de trasladar su responsabilidad diferenciada a la financiación con un intento de ampliación de los países contribuyentes, es decir, buscan que ciertos estados emergentes también paguen. Esto dificulta y retrasa el acuerdo de una nueva cantidad acorde a las necesidades de los países del Sur, así como de las reglas, con intentos de inclusión de financiación privada.
Esta organización, junto a otros movimientos de la sociedad civil que siguen la campaña #PayUp for climate finance, exige que los países ricos se comprometan al menos a aportar 5 billones de dólares anuales al Sur global a través de mecanismos de financiación pública. Esto supondría un pago inicial de la deuda climática histórica que tienen los países del Norte. A su vez, demanda que se incluya la cantidad necesaria para pérdidas y daños en el nuevo Acuerdo de financiación (NCQD). Esta financiación debe ser pública, basada en subvenciones, nueva y adicional.
En palabras de Cristina Alonso Saavedra, responsable de justicia climática de la ONG, “el argumento de que no hay dinero no nos sirve, está demostrado que el Norte Global puede movilizar más de 5,3 billones de dólares, la clave está en desviar fondos de los combustibles fósiles y de otras actividades dañinas como el caso del gasto militar”.
COP29: mucho greenwashing, pocas reducciones de emisiones
La imposición de los mercados de emisiones de carbono el primer día de la COP29 ha supuesto toda una declaración de intenciones por parte de los países del Norte global que anteponen los beneficios de las grandes corporaciones a los derechos de pueblos y comunidades, así como su intención de seguir expoliando y endeudando al Sur global.
La ONG insiste en que las compensaciones y los mercados de carbono son una de las falsas soluciones defendidas desde diferentes sectores empresariales con el objetivo de seguir contaminando y calentando el planeta, a la vez que aumentan de forma desorbitada sus beneficios económicos a costa de la vida de miles de millones de personas.
De igual forma, la organización ecologista manifiesta la incapacidad de estos mercados para garantizar la integridad de la naturaleza y los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades campesinas. Más allá de las normas que se adopten finalmente, el control de la especulación y del fraude se hace inviable.
Además, la ONG denuncia que la financiación privada, la financiación de los seguros y la financiación de los mercados de carbono, no son financiación climática. Esta financiación tiene que provenir de fondos públicos y no transformarse en un lavado verde ni responder a intereses empresariales, sin reducir emisiones de forma real. Por tanto estos mercados de carbono no deben utilizarse como una cortina de humo para mermar una financiación climática que debe ser pública y adicional.
Según Alonso “Los mercados de carbono no son financiación climática, sino todo lo contrario, se trata de un sistema perverso de endeudamiento de los países del sur, basados en procesos neo-coloniales con impactos devastadores en las personas y los territorios, como se ha demostrado a lo largo de todos estos años. No podemos permitir que se presenten como un éxito de esta COP29”.
La organización se opone firmemente al avance de los mercados de carbono y otras falacias en forma de compensaciones a las que denominan “soluciones basadas en la naturaleza” o la geoingeniería, porque ninguna de ellas aborda realmente la crisis climática y pueden resultar muy peligrosas.