El desafío de avanzar hacia una gestión hídrica integrada para enfrentar el cambio climático

Recientemente se realizó en Santiago el más importante encuentro del sector hídrico a nivel latinoamericano: ExpoAgua. Se trató de la cuarta versión de esta iniciativa que, debido a la creciente importancia que ha tomado el tema en el contexto del cambio climático, en esta ocasión reunió a más de 4 mil participantes, el doble de su versión anterior.

“No hay agua que perder, no hay tiempo que perder”, la premisa del evento, cobra especial sentido cuando se toma consciencia de que este recurso está implicado en el 66% del PIB de Chile. Dos de las principales actividades económicas del país, la agricultura y la minería, tienen al agua en el corazón de su desarrollo.

Para evitar escenarios de racionamiento de agua potable, como los que han afectado a Bogotá, Quito y Montevideo, el único camino posible es renovar la alianza entre el Estado y el sector privado.

La reflexión en torno a la vulnerabilidad de Chile, que integra la lista de 16 naciones más expuestas del mundo al cambio climático, también fue relevante porque permitió hacer bajadas concretas sobre el significado de esta condición, como el hecho de que, entre el extremo norte y la región de O’Higgins, todas nuestras cuencas sufren algún tipo de restricción de uso. En concreto, una de cada tres comunas está afectada por estrés hídrico, es decir, prácticamente un millón y medio de personas -el 8% de la población- sufre la sequía en su vida cotidiana.

Hoy, son 43 los órganos del Estado relacionados con la gestión del agua, lo cual hace difícil avanzar en soluciones. Como país, debiéramos encaminarnos urgentemente hacia una gestión unificada para abordar los asuntos hídricos y hacer converger toda la información actualmente desperdigada, forjando las bases de una política para el futuro y el desarrollo sostenible.

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Hemos logrado avances muy relevantes, fundamentalmente debido al buen funcionamiento de los modelos de alianza público-privada y a que se han concretado inversiones que han permitido enfrentar el cambio climático y fortalecer la resiliencia hídrica. Esto se ha traducido en que, a pesar de 14 años de sequía, el abastecimiento de agua potable en Chile aún se mantiene ininterrumpido.

Estos esfuerzos no pueden detenerse. Para evitar escenarios de racionamiento de agua potable como los que en el último tiempo han afectado a Bogotá, Quito y Montevideo, el único camino posible es renovar estos espacios de colaboración, con más ímpetu ante la ocurrencia de eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes e intensos, con una alianza renovada entre el Estado y el sector privado.

Este nuevo trato implica reconocer que algunas de las inversiones estratégicas muchas veces conllevan tomar decisiones complejas, incluso impopulares, pero necesarias para el bienestar de toda la población. Lo peor que podemos hacer ahora es cerrarnos, atrincherarnos y olvidar que desafíos tan grandes como el cambio climático tienen que enfrentarse conjunta y responsablemente como sociedad.

Columna de Claudia Papic, Senior Advisor, experta en sostenibilidad, directora de contenidos de ExpoAgua