El Azúcar es tu peor elección: estas 9 enfermedades se agravan o son causadas por su consumo

El Azúcar es tu peor elección: estas 9 enfermedades se agravan o son causadas por su consumo

 

El azúcar industrializado (como la sacarosa y el jarabe de maíz de alta fructosa) que se usa habitualmente como endulzante, no contiene ningún nutriente esencial (como proteínas, vitaminas o minerales). Y sí, un montón de innecesarias calorías, a las que por esta misma razón se las denomina “calorías vacías”.

También causa la mayoría de las caries dentales. Ya que este tipo de compuestos solo aporta una enorme cantidad de energía de fácil digestión. El alimento ideal para las bacterias más perniciosas que viven en la boca. Y la por de las decisiones si quieres tener una vida saludable.

Azúcar: es pésima para el hígado

El azúcar produce una gran cantidad de fructosa, una sustancia que puede sobrecargar la función hepática. Para entender qué tan es malo es el azúcar, es necesario comprender lo que pasa con esta sustancia cuando entra en nuestro organismo.

Después de su ingestión y ya en el tracto digestivo, se descompone en dos azúcares simples: la glucosa y la fructosa, que pasan de inmediato al torrente sanguíneo. La glucosa es un componente habitual y necesario, que de carecer de él es capaz de ser sintetizado por nuestro cuerpo.

La fructosa es un tema diferente. Nuestro cuerpo no la produce en cantidades significativas porque no hay necesidad fisiológica para ello. Además, solo puede ser metabolizada en el hígado. Pero esto solo sucede si hay una acumulación importante de esa sustancia y esta situación resulta muy nociva.

Puede causar esteatohepatitis no alcohólica e hígado graso

La fructosa se transforma en grasa a nivel hepático, una parte se elimina en forma de colesterol VLDL, pero siempre quedan residuos considerables en este órgano. Por eso, tomar grandes cantidades de azúcar puede provocar hígado graso. Y de este mal surgen todo tipo de problemas colaterales muy graves.

Una de estas posibles afecciones es una grave patología llamada enfermedad no alcohólica del hígado graso (NAFLD). Es un problema creciente en los países occidentales y está fuertemente asociada con las enfermedades metabólicas.

Azúcar: aliada de la resistencia a la insulina

La insulina es una hormona muy importante en el cuerpo, ya que es la que le da la orden a la glucosa que está presente en el torrente sanguíneo para proceder a la quema de grasas con el fin de producir energía. También controla el nivel de este azúcar, porque el exceso de glucosa en la sangre es altamente tóxico. Y es una de las razones por las que se presenta la enfermedad llamada Diabetes, en sus distintas variedades.

Una característica de la disfunción metabólica es que dicha hormona se vuelve “resistente” a la glucosa que proviene del azúcar. Esta afección es conocida como resistencia a la insulina. Y se cree que es uno de los conductores principales hacia muchas enfermedades como la obesidad, las afecciones cardiovasculares y la diabetes del tipo II.

Agrava la diabetes tipo II

Cuando se presenta la situación antes descrita, las células beta de nuestro páncreas producen más de lo mismo (insulina resistente). Esta situación hace que los azúcares en sangre se disparan. Y ello conlleva más problemas, porque con el tiempo, la resistencia a la insulina empeora progresivamente. Y llega un momento en el que el páncreas no puede producir suficiente insulina para controlar los niveles de azúcar en la sangre.

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Es altamente adictiva

El azúcar puede ser adictivo para mucha gente, ya que su consumo provoca una liberación de dopamina en el centro de recompensa del cerebro. Por esa razón, la ingesta de alimentos azucarados nunca sacia por completo. Y al poco rato el cerebro requerirá más. Eso explica por qué, quienes toman muchos dulces pueden sentir verdaderos síntomas de abstinencia cuando dejan de hacerlo.

Es un probable agente cancerígeno

El cáncer es una de las principales causas de muerte en todo el mundo y se caracteriza por la multiplicación incontrolada de ciertas células que se malignifican. La insulina es una de las hormonas clave en la regulación de este tipo de crecimiento. Por esta razón, muchos científicos creen que tener constantemente los niveles de insulina elevados (una consecuencia del consumo continuo de grandes cantidades de azúcar) puede contribuir al cáncer.

Aumenta el apetito

No todas las calorías son iguales, ya que los diferentes alimentos pueden tener distintos efectos sobre el cerebro. Y también sobre las hormonas que controlan la ingesta y la metabolización de los nutrientes. Los estudios muestran que la fructosa no tiene el mismo tipo de efecto sobre la saciedad que la glucosa, puesto que esta controla la producción de la grelina u hormona del hambre, pero la fructosa no lo hace.

Contribuye a la obesidad en niños y adultos

La manera como este producto afecta a las hormonas y al cerebro, es una receta perfecta para la acumulación de grasa. por esa razón, las personas que consumen azúcar en exceso son los más propensos a sufrir de obesidad o sobrepeso. Esto se aplica a todos los grupos de edad. Pero especialmente grave en los niños.

En el caso de los menores, cada porción diaria de bebidas azucaradas o de bollería industrial se asocia con un enorme aumento del riesgo de padecer obesidad. De hecho, lo primero que se suprime en una dieta para adelgazar es justamente el azúcar. Por lo que lo mejor es evitar que los niños los ingieran.

Aumenta el colesterol y el riesgo de padecer enfermedades del corazón

Durante muchas décadas, la gente ha culpado casi en exclusividad a las grasas saturadas de las enfermedades del corazón. Que son las afecciones que más personas matan en el mundo. Pero se ha demostrado que el azúcar puede ser una de las principales causas de las enfermedades del corazón por los efectos nocivos de la fructosa sobre el metabolismo.

Los estudios muestran que grandes cantidades de fructosa pueden elevar los triglicéridos, el colesterol “malo” y los niveles de glucosa e insulina en la sangre (los principales factores de riesgo de enfermedades del corazón). Y de esta forma acaban por aumentar la obesidad abdominal en apenas 10 semanas.

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